Rubiecito lector
Un pendejo se cruzó la ciudad para verme. Se tenía bien leídos los relatos que fui publicando, porque en el ascensor, cuando le manoteaba la pija, él iba directo sobre mi remera hasta los pezones. Muy lindo toque el pendejo, manos precisas, me calentó en un segundo tocándome así. Le brillaban los ojos con malicia cuando me veía calentarme tan rápido. Y esto sólo era el ascensor. En la camilla me pidió una postura que yo acababa de describir en un relato, el del rubio pijón que me daba hasta la garganta, conmigo ovillado sobre mis rodillas, chupándole la pija al tiempo que le dejaba cerca de su mano mi cola expuesta. El pibe este también es muy rubio, quizás había leído ese relato y ya la tenía estudiada. O quizás fue una casualidad, no sé, la postura era la misma. Pero el desarrollo fue para otro lado. Con el primer rubio yo estaba ensartado hasta la garganta, en un momento, incluso, el primer rubio acariciaba mi garganta para sentir cómo pasaba su pija por adentro, con el segundo rubi...