La Buscona

Tenía la pija a medio parar de sólo exponerse desnudo delante mío, así que le puse onda y lo acompañé al bañito para lavarle la pija. El baño es mínimo y hay que dirigir bien el chorro, me acuclillé debajo suyo para entrar y, mientras él se tiraba un chorro de agua tibia, yo le lavaba la pija con champú. "Ay Miguel!" soltó cuando le pasaba la mano enjabonada por la pija. Le corría el prepucio y se me agrandaba la cabeza en la mano, así lo excitó que lo lavara. Buena pija, pesada. Al mismo tiempo yo lo notaba amedrentado, porque no soy una cross, ni una traba, sino un hombre, pedazo de puto, pero hombre y, además, le llevaba una cabeza al menos, y yo no quería que se sintiera disminuido, por eso también me acuclillaba debajo suyo, como gesto de sumisión y mansedumbre. Un buen caballo para montar. También le lavé así los pies, antes de pasar a camilla. Cuando salimos de la ducha me buscó la cara y me besó en la boca. No es algo que tenga costumbre de hacer, besar, pero él me gustaba. Él había visto publicada una foto de mi culo en tanga, y yo me la puse debajo del pantaloncito deportivo. Cuando me bajé los pantalones le mostré cómo me quedaba la tanga y él, con la pija al aire ya empinada, se sentó al borde de la cama para meterme la boca en el culo y darme unas lamidas. Yo junté las rodillas, las flexioné y saqué el culo hacia arriba, mientras él me llenaba la cola de saliva con su propia lengua. No se pudo aguantar así y se levantó y me empezó a pasar las manos por el cuerpo y a decir "qué piel suave!". Hasta qué punto era sincero y hasta qué punto lo hacía porque tanteaba la manera de complacerme, no lo sé. Yo quería complacerlo. Él quería complacerme. Por un lado había que arrancar. Le pedí que me tocara los pezones como si fueran clítoris, con los dedos, él me los agarró como si fueran tetas, dentro de las palmas enteras. No produce el mismo efecto, pero me calienta igual, porque recuerdo que la noche anterior otro hétero neto me agarró las tetas de la misma manera, y este tipo me da tanto morbo con su masculinidad que me calienta sentirme manoseado así. Él me habla en femenino, fue parte de la charla previa, pero tampoco sé hasta que punto lo sentía, sí es cierto que pasó que, cuando en un momento yo hablo de mí mismo en masculino, él me subrayó que tengo que hablar de mi mismo como mujer. Lo importante es que lo quieras, me dice. La pija es gruesa, me da gusto chuparla, cuando abre las piernas recuerdo que estaba interesado en el masaje de próstata. Así que me ofrezco a hacérselo. "Si no te molesta" me pide él, muy caballero. Me pongo el guante y le chorreo la pija de aceite, le masajeo la pija bien con el aceite y voy bajando con las manos el aceite hasta la cola. Ahí empiezo a tocarlo, primero toda la zona externa, para calentarla bien, y después, de a poco, colar algún que otro dedo y volver a salir. Siempre sobándole la pija con la otra mano. Le encantó. Era lo que él quería, pero lo ponía incómodo en su rol de macho. Me preguntaba si no le molestaba que lo viera así. Si no me gustaba tanto hacerle masaje de próstata. Le dije que no había problema, le he hecho masajes de próstata a una cantidad asombrosa de hombres heterosexuales, no es algo fuera de lo cotidiano. Mientras se deja hacer, disfrutándola, me dice, los ojos bien abiertos "vos sos una mujer peligrosa" yo le pregunto por qué, porque no era en absoluto dar esa impresión y él me dice por cómo lo tengo de excitado desde el vamos. Yo pienso que él es el peligroso, su pistola está apoyada en la repisa, pero no le digo nada. Pensar que yo sea peligrosa, y que el sexo sea mi arma, a él lo excita. Él repetía la palabra "buscona", que yo era una "buscona peligrosa" y eso lo calentaba más. El hecho de que él sí fuera peligroso, a su vez, me excitaba a mí. Así nos quedamos gozándola a nuestra excitación un toque, y el pudo relajarse y disfrutar unos minutos, pero no se contuvo y me pidió que me pusiera en cuatro. Para sentirme que me tenía como se tiene a una mujer. Me corrió la tanga y me pasó su pija caliente por la raja y hasta empujó y llegó a meterme la cabecita. Él estaba frenético de ganas. Ahí yo paré y le dije que le ponía un forro. Se paró al lado de la cama, con la pija alzada y yo me senté a chupársela así. Muy linda pija. Le pregunté si usaba forros extra gruesos, si no le molestaban los normales. Le gustó que lo tratara como a alguien de pija grande, yo lo decía por su comodidad más que nada. No porque considere que una pija grande es buena en sí. Le puse un forro común, grandes no me quedan tantos y si los puedo reservar los reservo. Y me cojió de parado, levanté la cola hacia atrás y me la empezó a poner, no costó tanto que entrara, estoy muy caliente estos días, y él me calentaba en serio, pero no entró del todo, la cola no terminó de abrirse. Él me abrazó así por detrás, mientras yo hacía fuerza con la cola contra su pelvis y me pidió permiso para acabarme así en la cola. Yo sólo quería que la pasara bien.

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