Hasta la última gota de leche
Me encanta su pija, ya la conozco. Y me encanta cómo la usa. No me coje mucho porque yo le insisto en que se pongo forro y él la tiene muy gorda y le apreta. Ahí llegamos a un punto muerto, que generalmente termina en que viene por un pete y se va. A eso él lo sigue llamando "venir por un masaje", o "por un masage", porque escribe con muchas, muchísimas faltas de ortografía, lo cual suma al morbo, claro. Es flaco y fibroso, de treinta algos, lo que hace que su pija destaque más en el centro de su cuerpo. Estos flacos pijudos son los que mejor te la ponen. Yo, por si acaso, me preparo la cola, en caso de que cambie de idea. El chabón tiene pésima ortografía y peor dentadura, pero es limpísimo, de una pulcritud que compensa todo lo otro. Pobre, pero limpito, no sé qué personaje de televisión decía eso. Me gustan los hombres limpios, y les juro que los más roñosos los encontré cuando iba a servir a domicilio a barrios como Recoleta. Así como en los barrios bajos pareciéramos tener el morbo de la limpieza, en los barrios chetos hay mucha gente que la calienta ser unos mugrientos horribles. Por cosas así es, en parte, hay otras razones, por las que terminé prefiriendo la gente humilde. No tiene problemas en grabarme con el celu mientras le hago el pete. Quiero que me grabe desde el momento en que la tiene muerta, hasta que se la paro bien, pero él ya la tiene gomosa desde el vamos y, la verdad, que no pasa ni un minuto hasta que está recontra parada. No creo que sea sólo por la suavidad de mi tacto, yo creo que tiene mucho que ver que el chabón está con la huevos recontra cargados de leche y está desesperado por deslecharse. Viste, cuando la calentura te ciega. Le pregunto el nombre, porque me lo olvidé, mientras termino de darle los golpecitos a lo largo del tronco, que afirman la erección y, sabiendo que me está grabando y que sale en el video, exagero mi sumisión y le pido permiso para metérmela en la boca, cuando es claro que es lo que el chabón está esperando desde el momento en que me mandó el primer mensaje al celu, hace una hora. Al principio no conecto con la pija, la tengo ahí adentro de mi boca, parada, y vuelvo a percatar lo larga que es. Al ser perfectamente recta, algo que hace en gran parte a su belleza como pija, no me la puedo deslizar por la garganta, además, está tan dura que no tiene casi grados de flexibilidad. Considero quedarme chupando la parte del glande, pero eso me haría ver como un pésimo petero en cámara, así que bajo hasta la mitad del tronco y vuelvo a subir, y le doy así, terminando de dedicir cómo hacerme cargo de tanta pija con mi boca, todo esto, tan cerebral, es lo que pasa por mi mente y es, también, lo que me impide conectar con la presencia, en sí, de esa pija, tan parada y tan dentro de mi boca, me concentro en eso mismo que es la presencia de su pija, ahí, en tiempo real, tan concreta, latiéndome en la boca, y de a poco voy vaciando mi cabeza de pelotudeces, noto también que la pija ya se va cubriendo mucho de mi baba, mezclada con su propio presemen, que hace que resbale mejor sobre mi lengua, acomodo el ángulo de mi cadera y le doy más ritmo y bajo más, ahora sí estoy empezando a conectar, esa pija y yo nos entendemos, el mundo alrededor se diluye, soy yo y esa pija, me olvido incluso que me está grabando, y en un momento me doy cuenta que tengo el celu a pocos centímetros de mi cara, porque el chabón se puso a hacerme un detalle de como se la estoy mamando, cuando mi ritmo se pone demasiado rápido me pide, con una voz suave de comando, que baje las revoluciones, no recuerdo bien la frase que utiliza, está en el video, pero me encanta cómo me lo dice, porque su voz es la continuación perfecta de esa pija, es una voz gentil, caballerosa, pero que sabe lo que quiere y que lo pide con la serenidad de que voy a hacerle caso en lo que diga. Me freno al escucharlo y el pete se vuelve lento, pero no perezoso, lento, pero sigo actuando con la lengua y los labios, y con la cabeza que subo y bajo, lentamente, sobre la pija, lentamente, pero sin dejar la cadencia, y el tipo ahí hace algo que me encanta y que es que me apoya una mano en la cabeza, pero también, con mucha gentileza, como si acariciara la cabeza de una mascota, con mucha ternura, y ahí yo termino de conectar con su pija, y con todo él, que es la extensión de su pija, y así como siento la conexión con su mano en su cabeza siento la presión suave para meterme la pija más hasta adentro, hasta ahogarme. Y cuando estoy así ahogándome con su pija hasta el fondo del paladar, hasta hacer presión y sentir la dureza de su pija rígida contra el paladar, que lo oigo exhalar de gusto y recién ahí soltarme la presión de la mano y permitirme respirar, mientras le lengüeteo la cabeza. Divino el loco, cómo me hace que me guste su pija, cómo me hace que me guste servirlo. Levanta la pelvis, para metérmela más en la boca, como si quisiera meterse más allá de mi boca, dentro de la cabeza, y suma así sus movimientos a los míos, y todo funciona al unísono, como un solo organismo peteante, peteado y peteador, unidos por la baba, la lengua y el gusto. "Querés que te haga la cola?" me interrumpe. "Pero vos no querés usar forro, o sí querés usar forro?". "Bueno" me concede, no muy entusiasmado, pero al chabón le encanta hacer la cola y debe estar muy caliente esta vez, para dejarse poner el forro. Igual tengo forros extra gruesos a mano, que los tengo ahí en el cajón por si cae algún pijón. Le unto bien la poronga con gel antes de mandarle el forro, y después de que se lo pongo se lo unto con más gel. Frente a la perspectiva de meterme todo eso en el orto, no dejo de calibrar que sí, es una pija espléndida. Esto, más que excitarme, me pone ansioso, y algo angustiado también, la ansiedad y la angustia pueden ser elementos que sumen al placer erótico, pero hay que encontrar la clave que permita transmutarlos en goce y yo todavía no la he podido activar, si no la puedo activar la experiencia va a ser un fiasco, dolorosa y dañina, he estado ahí mil veces, litermalmente, mil veces, sino más, dejándome violar por la pija de turno por sentido del deber, sólo excitándome puedo evitarlo, pero la obligación de excitarme es lo que bloquea inmediatamente el que lo haga. Los hombres me van a entender muy bien, porque es la obligación de que, frente a una situación dada, se te tiene que pararse la pija. Eso hace que la pija no se quiera parar y yo, que sólo estoy usando mi pija para ayudarme a abrir el orto cuando me penetran, ahora, que me van a penetrar, y con semejante pedazo de carne, no termino de lograr que la pija me responda. Y el chabón está ahí, con el forro puesto y chorreando gel, la pija erguida y como el obelisco de dura, esperando, con el celu en mano, a que yo me le siente encima. Mucha presión que desemboca en desastre. Así como estoy preocupado por pajearme para excitarme, pierdo noción de dónde tengo el culo y no puedo enfilarme la pija sobre el agujero. Después de varios movimientos increíblemente torpes, no logro ni siquiera apoyarla bien sobre el ojete, tampoco puedo ni siquiera ponérmela gomosa a mí mismo y el chabón pierde su erección. Un desastre lastimoso. Soy tan torpe con mi cola, y es que, yo creo, es que hace tan poco que aprendí a gozar analmente, que es como, a pesar de todas las veces que me cogieron, de todas las cogidas grupales en las que fui el único pasivo, o de mi exploración en la doble penetración, aún sigo comportándome como un virgen anal. Igual, con las manos soy tan hábil, como torpe con la cola, porque incorporado a medias y todavía de espaldas, sólo con estirar los brazos por entre mis piernas, pude volver a parársela con mis manos en cuestión de segundos. "Vamos a probar en cuatro" me dice. Yo estoy de acuerdo, porque en cuatro él va a tener el comando. Igual, mi propia excitación está lejísimos. Y la verdad que es un garrón que me vuelvan a garchar sin estar excitado, dejarme otra vez hacerme la cola así, como si fuera violado. Me agarro frenéticamente de mi pija, sacudiéndola hacia todos lados con violencia, esperando que responda a los estímulos y mientras arqueo la cola y busco su pija con la cola, y trato de percibir con el tacto de mi ojete y conectar con ese tacto y pensar en lo agradable de sentir el contacto de mi ojete con su cola, como hipnotizándome en una carrera contra el tiempo, porque el chabón, si yo no soy hábil con la cola, él sí que lo que es con la pija y la enfila al toque y empuja y la mete de sopetón y me hace ver las estrellas. Me ciega del dolor. Pero no me viola, porque pará pará, por favor le pido, porque con el dolor la pija se me volvió un chizito muerto más allá de toda las muertes, dejame que la cola se me acostumbre, por favor, y me sigo agarrando la pija, desesperado. Sólo metió la cabeza, pareciera, porque me muevo un poco y se sale, y el dolor se alivia, pero igual sigue, el dolor, y cuando el dolor no se inicia desde la clave del placer, es dolor, dolor, dolor, no hay forma de que lo pueda reconvertir en otra cosa, tengo que esperar que ese dolor se pase, pero igual me sigo amasando mi propia pija, esperando que responda, porque todavía no respondió, y si hubiera respondido otra hubiera sido la historia, pero lo sigo intentando, y siento cómo el chabón atrás mío se empieza también a sacudir la poronga y no me hace falta mirarlo para saber que se le está volviendo a bajar, con todo el desastre que eso vuelve a sumar a la historia, es todo tan angustiante, pero el dolor va cediendo y yo a mi pija la sigo amasando y ahí siento cómo el tipo me agarra de la cola y me da un beso en el tronco, muy gentil, muy dulce, antes de volverlo a intentar y qué loco, porque ese beso, yo, en mi desesperación, en mi impotencia, lo siento como si me perdonara de lo pésimo que soy con mi cola y me relaja un toque la cabeza y así la pija me está empezando a responder cuando siento que él me ensarta de vuelta la cabeza de su chota en mi ojete, pará no te muevas, le digo, dejame que me abra yo solo, se lo digo desesperado, porque todavía no me empezó a doler mucho otra vez, él se queda quieto, y yo, todavía sintiendo su beso, combinado con la chota medio entrándome en la cola, empiezo a pajearme y ahí la pija, por fin, dios santo, por fin, me responde, y no hace falta que se me pare mucho, cuando, como un pase mágico, la cola se me abre, como las puertas de las guaridas secretas en las mil y una noches, la pija esa entra y entra mientras yo me amaso mi pija, que no se me baja mientras esa pija me entra y entra, siempre hacia adentro y adelante, no puedo calibrar el tamaño de la pija con mi orto como sí puedo hacer con la garganta, lo único que puedo percibir es que la excitación de mi pija no se baja mientras su carne se va metiendo y que el dolor no aparece, hasta que siento que mejor no sigo dándole a mi pija porque puedo llegar yo al orgasmo y ahí se acaba todo y me la suelto y él, agarrado a mi cola, la mete hasta hacer tope y no sé si la vuelve a sacar, o si se mueve ahí al a fondo con círculos de su cadera, sólo puedo percibir la relación de mi culo y mi pija y cuándo tengo que volver a darme una mano de dos o tres o movimientos rápidos para hacerme subir la excitación y que no aparezca el dolor, pero tampoco que el goce sea tan intenso que me haga acabar, en ese balance delicado me tengo que mantener mientras arqueo la cola para que el otro se acomo mejor y él ya empezó a moverse también, no sé cuando, la verdad que no sé cuando, porque estoy tan concentrado que el tiempo desaparece por completo y escucho que él me pregunta "se la banca?" "sí", le contesto yo, exhalando exhausto, y él ahí me empieza a dar y a dar, me empieza a garchar en serio, y yo lo sigo, arqueando la cola y dándome dos o tres toques con una mano cada tanto, para mantenerme en ese equilibrio de excitación que me permita transmutar el dolor en placer, y la angustia y el terror de ser penetrado en un goce casi metafísico, "te gusta?" "sí" vuelvo a exhalar, y él se pone a hacerlo más y más fuerte, más y más rápido y yo a mantenerme al borde de la excitación, pero no tanto, acompañándolo, hasta que lo escucho decir "ahhh, cómo me gusta!" y gemir como si fuera un crujido y acabarme así dentro de la cola, para luego quedarse inmóvil y pasarme sus manos por la espalda con fuerza, como si mi tronco fuera parte de su propia pija, que quisiera escurrir, para sacarse hasta al última gota de leche.
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