La profundidad de mi cola.
El tipo tenía la pija bien larga y curvada hacia bajo, como un gancho de carne. El encuentro era para pete no más, le había pedido que me respetara la cola, porque no me había afeitado las piernas y él tipo lo que buscaba era una onda bien femenina. Está bien, no quiero que te pongas a trabajar, tenés que estar cómoda, me había dicho, así en femenino. Yo lo había seguido la corriente y cuando le respondía también me feminizaba. Ya me había abordado varias veces y yo siempre le había dado vueltas, pero esta vez, cuando comenzaron las vueltas, porque él quería para ya y yo le decía para mañana, y el me decía para pasado, y yo para el día siguiente, me apiadé y le dije: mirá, si vos hoy tenés mucha necesidad de descargar, yo, aunque esté cansada, me sacrifico por vos y podés venir a que te haga un pete, pero respetame la cola, por favor. Él estuvo de acuerdo y me dijo gracias por apiadarte de mi pija. Pero en el ascensor, cuando llegó, ya me había empezado a tocar la cola. Es esta foto que pongo, dedeándome, que les pone la idea fija. El tipo era muy masculino, un camionero lleno de anillos y con tatuajes de mujeres pulposas, las manos recontra curtidas y sabía tocar, en cuanto nos tiramos en la cama y le dije que se recostara que yo hacía el laburo, porque él ya se había sentado como encararla de otra manera, le toqué las manos y el me respondió el toque muy bien, sabiendo lo que hacía. Le dije, mirá, si querés tocar algo, tocame los pezones, que es mi parte sensible, así vas a... hice una pausa, buscando la expresión... mejorar mi rendimiento. Él ya los estaba tocando cuando yo terminaba la frase y me contestaba, sí, me doy cuenta, ya se están poniendo duritos. La pija, todavía floja, era de un largo muy respetable, mis dos manos cerradas no la cubrían por completo. Me puse a hacerle el pete concentrándome en la cabecita y la parte de arriba del tronco y recién después de un rato, y cuando digo un rato digo bastante tiempo de estar con la pija en la boca, me la mandé hasta el fondo. Como era curvada, me entró como por un túnel, muy muy fácil. Ahí él me soltó los pezones, me agarró de la nuca y me la sostuvo ahí. Te estoy cojiendo la garganta, repetía, y movía la pija adentro y afuera con sacudidas bien cortitas. Como no era tan gruesa, yo podía respirar algo con la pija hasta allá abajo, pero igual se me fueron acumulando mocos en la nariz. El tipo la estaba pasando muy bien y no quería interrumpirle su placer, así que aguanté todo lo que pude, pero cuando ya vi que se me empezaban a caer los mocos, lo interrumpí para limpiarme la nariz. Qué linda chota tenés, le comenté, pero me parece que no se termina de parar, él la observa con una sonrisa y coincide, sí, se puede poner todavía un poquito más grande, es que necesita una cola para ponerse bien dura. Yo no hago caso y se la sigo chupando, y la verdad es que pinta para largo, el tipo no termina de encederse, hasta que me dice, con la voz toda turbia, no me das un poco tu cola para así saco la leche? Yo escucho mal y entiendo que lo que quiere es que le toque la cola, para acabar, así que se la empiezo a tocar, pero no, el chabón lo que quiere es mi cola. Me levanto y le digo, cómo sos, te dije que me la respetaras, pero igual me bajo los pantalones, le pongo el forro y el gel, y me arrodillo encima de la cama, dedeándome el agujero con el resto de gel que me quedaba. Él se me frota encima con la pija, esperando entrar como si fuera una concha, pero no, claro, es un culo, no es una concha, el culo es más duro. Me busca el agujero con la mano, para embocarla bien, y yo siento lo bien que me toca la cola y me pongo a tocarme mi pija. Yo por lo general no he sido de tocarme la pija, pero quiero ayudarlo a que entre, y si me la toco siento que me voy a abrir mejor, así que me toco y me caliento bastante rápido, comienzo a mover la cola como una contra su pija como una loca que perrea, él igual sigue sin poder entrar, en algún momento mete la cabecita de la chota y al toque se le sale. No pensé que fueras tan estrecha, me dice. Sí, le digo yo, desde el otro lado de mi culo, es que para una pija grande me tienen que haber garchado antes, para que entre bien. El tipo busca un poco más de gel y me lo pone con esa mano que toca tan bien y yo me toco mi pija y estoy re caliente. La verdad es que esto de tocarme la pija mientras me trabajan la cola es como una llave mágica, porque lo que generalmente es dolor e incomodidad, se vuelve placer y morbo, me está gustando que me toque y que me apoye la pija. El problema es que yo no acabe, ahora. Así que me toco apenas, para mantener la calentura y la próxima vez que el chabón me empuja el ojete con su chota la cola se me abre que es una maravilla, y eso que siento siempre cuando me la mandan, que es un dolor tan intenso que toda mi calentura se va literalmente a la mierda, se vuelve un placer tan profundo que me deja al borde del orgasmo, que es un límite que no quiero cruzar, porque si acabo antes que él, voy a perder ese poder mágico que está haciendo que cada vez que el ejerce esa violencia contra mi cola yo siente ese placer tan extremo en vez del dolor que siento siempre. Y así me la manda el tipo nomás, y yo apenas me toco cuando siento que puedo llegar a sentir dolor, pero es apenas que tengo que tocarme, porque yo también sigo al palo, al borde del orgasmo, y así, una vez que entra, la cola se abre por completo, en seguida, y siento cómo abraza su pija ganchuda. Y ahí el tipo se acomoda bien, subiendo su pierna por encima de hombro, y yo me siento tan bien, tan agradecido por todo ese placer inesperado, que podría cubrir de besos ese pie que tengo al lado suyo, pero no lo hago, porque la postura es tan cómoda para los dos, que no quiero moverme un centímetro. Y así él me empieza a dar y dar, y yo ya no necesito tocarme, hasta que me dice, querés la leche? Sí sí dámela, le digo. Y acaba entre estertores. Cuando estamos saliendo él está resplandeciente, los ojos le brillan, yo me río y se lo digo, estás contento, guacho, que me diste la cola. Claro, me responde, una vez que me das cabida, no me iba a ir sin probarla. Yo me quedé con la sensación de que era la primera vez que gozaba así, de que siempre que había entregado la cola antes había sido como una violación consentida por mi parte, y que así, grande y manyado, ya cogido por medio buenos aires, a lo largo de décadas de ser re puto, recién ahora entendía qué significaba sentir placer cuando entregaba la cola. Siempre estuve muy inseguro al respecto de mi capacidad de satisfacer al hombre con mi cola, porque yo era básicamente incapaz de sentirlo como una actividad placentera, ahora que había sentido tanto placer al hacerlo, también sentía que era la primera vez que realmente había aprendido a ser capaz de dar un placer profundo también al hombre que me garchaba. Qué lastima haberlo aprendido tan tarde, con todos los hombres que han perdido la oportunidad de probar mi voluntad de satisfacerlos así, en la profundidad de mi cola.
Comentarios
Publicar un comentario