Gigante rubio

Es rubio y mide cerca de dos metros. Viene directo de entrenar. Apenas habla castellano. Por mensaje me había aclarado que lo que quería era sexo oral y sexo anal, así que yo me preparé para el paquete completo, depilado y limpio por dentro para entregar la cola sin problemas. Cuando lo veo me parece más bonito que en las fotos, el tono específico del color del pelo no había fotografiado bien, es un rubio claro pero con reflejos rojizos, muy particular. Él es muy blanco y muy grande, en el ascensor se deja tocar la pija bien mansito, pero su expresión es muy sufrida, de inmigrante que no la pasa bien, no la del chabón desesperado por ponerla que, cuando le toco la garompa, suele manotearme la cola como respuesta. En el cuarto hace frío, ya estamos en primavera, pero mi cuarto es bien fresco, yo me saco la musculosa y pongo la calefacción pero él no se decide a desnudarse, se queda sentado al borde de la cama, con la cabeza algo gacha. Me siento al lado suyo, sólo con mis shorts y él se me pone a ver los pezones y alarga una mano para acariciármelos. Lo hace muy suavemente y con los ojos entrecerrados. Yo le busco la otra mano y se la llevo al otro pezón. Le digo, ése es mi punto sensible, y él se queda acariciándome los dos pezones a la vez, sin terminar de abrir los ojos. Yo le acaricio el brazo, muy musculado, con la yema de mis dedos. Todo es muy muy suave y él está quieto, no mueve más que sus manos sobre mis pezones y las baja después y me acaricia apenas rozándome la piel del torso. Es todo tan delicado que no sé si hacer la técnica mía tan básica de ir directo a su garompa. Le pregunto cómo está, si le gusta, y él me responde, esforzándose por buscar una palabra que no encuentra, que quiere sentir la energía. Muy difícil comunicarse con el rubio, ahora en noviembre ya va a ser un año que está en Argentina y todavía no entiendo mucho del idioma, y tampoco habla inglés, así que su aislamiento lingüístico es extremo. Mi impresión es que está en una situación de vulnerabilidad extrema. Cómo alguien tan grande pueda parecer así de vulnerable es algo que me llama la atención. Le indico que se saque la remera y que se recueste en la cama, me gustaría que me siguiera tocando así, pero al desnudarse ya queda en posición de recibir el pete, le pongo las manos encima de mis tetas, para que me siga tocando, pero con su pija servida delante mío no me queda otro camino que el de empezar a laburársela. Se le para al toque, la pija es tan rubia como él, muy pálida, incluso el glande es pálido, grande y gordo, sobresale como una cabeza de hongo por encima del tronco, largo y pálido. Cuando me la pongo en la boca, la noto suave sobre la lengua y los labios. Qué loco que pueda haber tanta diferencia en la textura de los glandes, que pueda haber glandes tan suaves. Me la quedo chupando a la cabeza esa tan gruesa con suavidad, con este ruso todo es suave. Yo me esperaba a una bestia primal y en realidad es un tipo de lo más delicado. Él me acaricia los brazos con su toque liviano, que me toca y casi no me toca, mientras yo me tomo mi tiempo sobre el glande hasta que incorporo todo el tronco de la pija en la mamada, siempre bien lento lo hago. Estoy a la espectativa de que me pida la cola, porque, desde el camionero que me hizo gozar tanto la otra vez, quedé con unas ganas tremendas de seguir entregándola, y empiezo a proyectar los escenarios mentales según los cuales pudiera excitarme lo suficiente como para volver a sentir placer cuando me llene la cola de carne, porque ese glande tan grande puede llegar a plantear sus problemas de inserción. Hasta que me doy cuenta de que este chico es tan, pero tan tímido, que nunca va a poder pedirme la cola y, en el caso de que me la pidiera, no podría tocarme con la decisión con la que me tocaba el camionero y que me hizo excitar tanto como para que yo pudiera llegar a sentir todo ese placer al penetrarme. Cuando me doy cuenta de eso, acelero el ritmo de la mamada, paso al modo de hacerle la paja con la boca, es decir, muevo la cabeza arriba y abajo de su pija tan rápidamente como podría hacerlo con la mano, o casi. Cuando siento que empieza a tener movimientos involuntarios podría seguir, para que acabara ahí mismo, pero saco la cabeza, y lo pajeo con el prepucio, muy muy despacio, para que baje de la proximidad del orgasmo, y una vez que noto que su respiración se regularizó, vuelvo a metérmela en la boca y darle con la cabeza arriba y abajo. Así un par de veces, lo llevo hasta al borde, lo amanso y lo vuelvo a llevar. A él nunca se le baja la pija, está lleno de leche, se lo veo también en la cara, en los ojitos chiquitos y azules y en la boca diminuta, que contrae de manera involuntaria. Cuando ya no puede controlar los espasmos musculares, le aprieto bien el perineo, en la base de los huevos, y el glande a la altura del frenillo, para maximizarle el placer cuando suelta el lechazo. Después nos quedamos charlando un rato, con el traductor de su teléfono, que es la única manera de entendernos. Le pregunto si es feliz acá. Él me dice que tenemos muchos problemas, pero que la gente es mejor.

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