Adoración
Era diferente de como me lo había imaginado, generalmente lo son. Yo pensaba que iba a ser un ex combatiente, porque en la imagen de whatsapp tenía una bandera con las Malvinas, pero en la realidad era más joven y, si bien no llegaba a ser demasiado flaco, tampoco era del tipo fornido que generalmente me he encontrado en los ex combatientes. Tenía anteojos y sonrisa tímida, le causó gracia mi turbante "te acabás de lavar el pelo?". Ya me había llamado hacía tiempo, pero nunca había concretado, y ahora venía mensajeándome hacía ya un par de días, indagando las condiciones para ser recibido. Le tuve que decir que podía sacarse el short y él no tuvo problema en quedarse completamente desnudo, pero claramente estaba esperando que yo le diera permiso para hacerlo, muy correcto y educado. Cuando le pregunté si hacía mucho que no se hacía un masaje, me dijo que sí, que la última vez había sido con un chico que le chupaba los pies. Me sorprendió que hubiera otro que también lo hiciera en Buenos Aires, he tendido a creer que era el único en hacerlo acá, pero somos tantos en esta ciudad que era medio tonto pensarlo. No le hice un masaje completo, le hice un masaje en los pies, bastante pormenorizado, y después se los empecé a besar, porque, bueno, era lo que me había dicho que le gustaba, para qué trabajar en otro sentido. La pija se le paró al toque en cuanto le toqué los pies con mi boca, era una pija larga y finita, parecía corta, pero, cuando se paró, se le alargó como un telescopio. Me incliné sobre la pija y me la metí en la boca, no la chupé ni la mamá, la traté con mayor suavidad, acariciándola con los labios adentro y afuera, y alargaba los brazos hacia atrás, para sostenerle las plantas de los pies y darle estimulación también de esa manera, ya que ese era su sitio sensible. Por un sentido de responsabilidad profesional, me saqué la pija de la boca y le ofrecí continuar haciéndole el masaje o... iba a decir quedarme en la pija, pero él me interrumpió y me pidió que siguiera chupándole los pies, así que me fui a los pies y me dediqué a chupárselos, y lamérselos y mordisqueárselos de todas las formas imaginables. Yo le miraba la pija de reojo, a ver si perdía su erección, pero seguía ahí tal como la había dejado, recontra dura, y, mientras iba chorreándole los pies con mi baba, se me disparaba la cabeza de las imágenes de esa misma tarde, de mi sensación de desamparo ante la cuenta de banco que se me iba vaciando después de pagar las cuentas, de la compra de manzanas y uvas que había dejado de hacer más temprano por el horror de que se me fuera drenando la guita de manera tan rápida, y de la angustia que sentía como un dolor punzante que irradiaba desde el centro de mi cabeza, y que trataba de dominar para no actuar, nunca, por desesperación, y que había sido justo que ahí que este hombre, tan ubicado y modoso, que me tenía ahora lamiéndole los pies, me había mensajeado, para acordar una cita que, provisoriamente al menos, borraba mis problemas de un plumazo, o de un lenguatazo podría decir, mis lenguetazos. Estiré una mano para pajearlo con suavidad, sin dejar de lamerlo, la pija seguía tan dura como al principio. Así estuvimos por mucho, muchísimo tiempo, fueron casi cuarenta minutos en los que le lamí los pies, y le hacía la paja suavecito, él, de tanto en tanto, me sacaba la mano de la pija, para no acabar, pero siempre en silencio, nunca decía nada, pero cada tanto lo escuchaba suspirar de placer. La baba se iba chorreando de los pies y yo me mojaba los dedos en sus plantas, para estimularle el frenillo con el brazo estirado, mientras pensaba en la ducha que me iba a dar cuando terminara, y sentía que su pija se estremecía bajo mis dedos y sus resoplidos de placer se hacían más fuertes. Cuando vi que mi celu empezaba a ponerse insistente con los llamados que no contestaba, interrumpí para fijarme que ya había pasado más de una hora, y él seguía titilando de placer al borde del orgasmo, pero sin nunca acabar. Me decidí a ponerle un fin, porque él podría haber seguido quién sabe hasta cuando, y me la volví a poner en la boca, para acariciarla con mis labios arrib a y abajo. Él me la volvió a sacar y me pidió que fuera hasta las bolas y se las lamiera con suavidad, lo hice, hundiendo mi nariz en la base del tronco de la pija, y qué pija tan agradable tenía! cuánto más hubiera disfrutado la sesión si hubiera pasado todo ese tiempo chupándole esa pija en vez de sus pies! pero era a lo que él había venido, y la forma en la que él me había sacado de la angustia de la tarde. Y no había querido hacerme partícipe de su placer, para nada, en un momento le llevé sus manos a mis pezones, para que me tocara, pero no quiso hacer nada, bajó los brazos para que lo sirviera, nada más. No quiso acabar tampoco, cuando volvió a estar al borde del orgasmo, se agarró fuerte la pija y se sentó, pidiéndome ir a limpiarse al baño. Mientras se limpiaba el pregunté "practicás la retención de la eyaculación?", "no", me respondió, "es eso una práctica? yo, a veces, es sólo que no quiere acabar". En el ascensor, mientras lo acompañaba a la puerta me comentaba que mi aviso, en los clasificados eróticos de la web, ya no estaba tan visible como hace unos años, "es que estoy semi retirado" le contesté, "pero por qué?" me dijo "si todavía sos joven", yo me lo quedé mirando, creo que serio, y él bajo la vista. "Tampoco estoy completamente retirado, fijate que estuve una hora chupándote los pies". "Bueno, gracias por recibirme" me contestó, con la vista baja y ruborizado, pero sonriente.
Comentarios
Publicar un comentario