Lujuria anal

Él me muestra el departamento, un monoambiente sórdido en San Telmo, y me dice "acá puedo estar en bolas sin que nadie me vea". A mí él me repugna, lo encuentro demasiado afeminado. Suspiro y me empiezo a desvestir, como quien se tira a la pileta. Acá empiezo a aplicar las cosas que he aprendido en los últimos encuentros. Uno siempre aprende algo con cada garche, si sabe atender. Me quedo en tetas, él, que me estaba ofreciendo un mate, lo apoya en una mesa mugrienta y se apresura a sacarse también la remera. Yo estoy ansioso por cambiar la energía del encuentro, olvidarme de que no me gusta. Me decido a comandar la situación, le agarro las manos y se las llevo a mis tetas. Tocame ahí, le digo, en los pezones, sí, así. Me empiezo a calentar en cosa de segundos. No me gusta su cuerpo, pero me gusta mi cuerpo bajo sus manos. Eso está logrando que me excita. La pija se me está parando en el pantalón, quiero liberarla también. Me suelto y le pido permiso para sacarme el resto de la ropa, me quedo en medias. Él me sigue los pasos y está en bolas en seguida. Viene a abrazarme, me recorre el cuerpo con sus manos, me lame las tetas, me las lame muy bien, yo lo agarro la cabeza y le hablo. Le hablo todo el tiempo. Le doy órdenes, gemidos de aprobación cuando lo hace bien. Sí, papá, comeme las tetas así, le digo. Mi pija ya está volando y la siento espadear contra la suya, que se paró sin que tuviera que tocarla. Toda la situación se volvió re caliente en cuestión de minutos. Mi dominio dió resultados inmediatos. Lo hice porque el tipo me repugnaba, quería yo tener la iniciativa. Me puse re puto, cuando pasó la mano cerca de mi cola, le espeté, sí, mi amor, pasame toda la mano por la raja, así, qué me gusta. Todo el tiempo le daba indicaciones, señales de aprobación y promesas de amor eterno. Sentís? le digo, mi cola es una veterana de mil guerras, las sentís, mi amor? te gusta tocármela así? cosas como esas le decía, para guiarlo, y él encantado. Yo me había puesto re puto de un momento al otro, porque hasta que me saqué la ropa mi disgusto era palpable, los silencios incómodos se podían cortar con el borde un papel, y era él el que intentaba sacarme charla liviana, fui yo cuando decidí sacarme la ropa de golpe y pedirle que me tocara que hizo cambiara el signo del encuentro. A él le gustaba mi cola, tan rota, pobrecita, así se ve una cola después de años de servicio, pero está limpia y está sana, chupala con confianza, le digo, me apoyo sobre la ventana y arqueo mi cola hacia atrás, él se arrodilla, corre los cachetes, que los tengo re musculosos, y mete la lengua y yo gimo. Estoy súper excitado. Demasiado quizás, porque él se detiene un momento para cerrar la ventana, por el ruido, no pueden verlo cuando está en bolas, pero sí pueden escucharme cuando me hace gozar. Mi energía de puto hace aflorar su energía de macho activo, es algo que me doy cuenta que puede funcionar, el contraste conmigo hace que el otro se sienta mucho más macho, mucho más hombre que en circunstancias normales, y eso hace que se le pare con una erección bien firma. Su pija es de tamaño mediano y así de parada es una flecha que apunta bien hacia arriba. La pija indicada para hacer los ejercicios de penetración anal en los que estoy interesado. Le pongo el forro, gel antes del forro, gel encima del forro, y el resto a mi cola y le pido: por favor tocame las tetas y apoyame la pija en el ojo del culo. Apoyámela ahí, presioná un poco, no te muevas, tocame las tetas, así, así, así le digo todo el tiempo. No quiero dejarle tiempo para pensar, y así establecer un dominio sobre sus acciones, sobre los movimientos de su pija. Estoy decidido a que me penetre como sé que tengo que ser penetrado para tener esperanzas de recibir placer por el culo. Le pido que por favor no se mueva, que sólo me toque las tetas y que apoya la pija bien dura sobre el ojete, yo empujo la cadera arriba y atrás, sobre la cabecita de su chota, y siento que va entrando la cabecita entre los anillos de músculos de mi culo, y mi pija, milagro de los milagros, sigue parada todo el tiempo, estoy consiguiendo lo que quería en cuanto a penetraciones, le digo que por favor se quede quieto, se lo ruego, le hago mil promesas de amor mientras cierro los ojos y sigo apoyando el peso de mi cadera sobre su pija, hasta que va entrando, le digo, va entrando, seguí tocándome, sentí cómo mi culo se la come a tu pija, yo la siento, cómo va entrando, mientras es el propio culo el que le abre paso, gracias a la excitación que me está dando con sus manos en mis tetas, es tanto el estímulo en mis tetas, en mi cola, que ya no siento casi tacto en los pezones, agarrame fuerte todas las tetas, no los pezones, todas las tetas, le exijo, frenético, porque él tiene miedo de agarrarme fuerte, y yo empujo con la cadera hasta sentir que hago tope contra su pelvis y saco los brazos de la ventana donde estaba apoyado y me extiendo los brazos hacia atrás para abrazarlo y empujarlo más fuerte hacia mí, que estoy completamente abierto, y siento en mi culo qué él se empieza a mover y me gusta, y me empieza a empujar cada vez más fuerte y mi pija sigue parada, ha pasado todo el momento de la penetración y mi culo está abierto y mi pija está parada, me da un ataque de ansiedad, se me baja la pija y él me sigue dando, no duele, pero todo es una confusión de percepciones para mí, ya no sé si lo disfruto, es muy intenso. No digo nada, pongo el culo firme y lo saco hacia arriba, él nota que mi pija se bajó y me amasa las tetas, no hay caso, no siento nada en las tetas, en la cola siento todo, pero está dejando de ser placentero de momento a momento. Quiero que se acabe, quiero el tipo este acabé y ya, que yo quede liberado. No creo volver a recuperar mi gozo. Miro alrededor mi ropa, es muy complicado para salir corriendo. Me la tengo que bancar hasta el final. En estos momentos de confusión él toma el dominio y me lleva hasta el sofá, lleno de polvo, donde me arrodillo contra la pared y me sigue dando. Yo me sostengo en la pared y aguanto sus embates, hasta que se sale y yo le pide descansar un momento. Que me acaricie la piel, que me diga cosas dulces, a ver si recuperaba la excitación. Él me podía garchar sin que yo gozara, pero conmigo gozando él gozaba más, porque yo me convertía en ese puto que a él lo hacía sentir tan macho. Se saca el forro y se trepa sobre el sofá, para garcharme la cara. Yo ahí vuelvo a dominar la situación y le pido que se siente, yo me arrodillo en el piso frente a él, le llevo las manos a mis tetas y me pongo a mamarlo. Es lo que hago siempre en las sesiones. Pero acá no me está resultando. No me gusta el olor de su pija. No porque esté sucia. Está limpia. Pero no está pasando por ahí. Por un momento pienso en dejarlo todo. Pero le veo la pija tan parada, con ese ángulo que la curva tan hacia arriba, que pienso que es un insulto dejarla así. Además tengo esa terrible superstición del puto: da una mala suerte horrible abandonar una pija así de parada. Él quiere seguir garchando. Voy a buscar otro forro, y el último gel que me queda. Él no quiere que yo me siente encima. Prefiere conmigo en cuatro en el sofá. Yo negocio, está bien, le digo, pero quedate quieto, que yo me muevo. Quiero probar eso que vi que hacía un pibe conmigo el otro día, buscar el goce con mis propios movimientos de cadera. Por favor, quedate bien quieto, le ruego, le imploro, enfilame la cabecita así contra el ojete y mantenete firme, que yo me muevo, y empecé a mover el ojete contra la cabecita de su pija, contra su glande que estaba bien duro, movía arriba y abajo, circular hacia un lado y hacia el otro, y mi culito, que ya venía de ser garchado, se iba abriendo para que entrara la cabecita, y yo sentía que podía sostener la cabecita con los anillos de mi esfinter, y ahí lo sostenía y lo movía arriba y abajo, adelante y atrás, circular para allá, circular para acá, y así la estaba gozando. La gozaba entera y sentía cómo la pija iba entrando más y más dentro de mi carne y yo la seguía gozando, hasta que la pija estaba toda otra vez en mi culo y hacía tope con mi cola en su pelvis, ahí yo me quedé firme y él ya se estaba moviendo rítmicamente adentro de mi culo, dando golpecitos chicos y rítmicos con su pelvis contra la raja de mi cola, y yo sentía toda su pija dentro mío, y de golpe me dio como un ramalazo de ansiedad otra vez, porque había perdido el dominio, porque conducía él, yo no sentía ningún dolor, pero relajé más, tratando de procesar con mi cerebro todas las sensaciones que me ponían así de violento, y de golpe entendí que eso que sentía en la cola se parecía más a lo que podía sentir cuando me tocaban los pezones, que a lo que podía sentir cuando me tocaban la pija, me relajé y me entregué a esa sensación, como si cola estuviera forrada de las mismas terminaciones nerviosas que me hacían gozar cuando me frotaban los pezones, sólo que ésto era más fuerte, pero igual de ininterrumpido que en los pezones, un goce constante, sin la promesa de un orgasmo que culminara y liberara las sensaciones que me cegaban la mente, me entregué al ritmo del tipo, que me empezaba a dar más fuerte, y ahí sentí otra sensación más aguda, en la parte de mi culo que iba hacia arriba hasta la espalda, y sentía que esos golpes que se hacían frenéticos de su pelvis contra la parte alta de mi cola estaban a punto de llevarme a una explosión de placer mayor. Y ahí él acabo y, se los juro que fue así, porque siempre que lo leía pensaba que para mí era imposible de percibir, les juro, digo, que sentí en mis tripas cómo el globito del forro se llenaba con su leche.

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