Los bordes del ano
Teníamos sólo media hora. "En media hora tenés que atender a otro tipo?" me preguntó. "No, en una hora, pero antes tengo que bañarme, a vos te gustaría que yo te recibiera con el olor del tipo que vino antes?. "No no...", se apresuró a afirmar. Él estaba agitado, muy apurado por sacarse toda la ropa. "Me puedo poner cómodo?" y ya se estaba sacando la ropa. Me miró con cara de interrogación ansiosa, la pija la tenía haciendo carpa hacia arriba debajo del slip. "Sacate el calzoncillo, también, si querés". Cuando se lo sacó la tenía bastante gorda y se le escaban los brazos para tocarme. El chabón venía tan alzado que yo también me excité de verlo así, y medio que se me empezó a parar, pero él no le hizo caso a mi pija hasta que le bajó la erección y recién ahí me la empezó a tocar, mientras le hacía masajes en el cuello. Muy bien me la tocaba, pequeños tocas en el tronco y en los huevos, que me la iba parando más. El tipo era un obrero en serio, de una fábrica de pastas. Yo le decía "tocame el cuerpo con la misma habilidad con la que tocás tus máquinas¨. A él le encantaba, encontré un tono medio de mando para hablarle, de mando pero con buena onda, que era el que le disparaba el morbo. Cero sumiso esta vez. Y él respondió muy bien, le pegué en la tecla, porque venía con un tono muy callejero, de machito callejero, y cuando me empezó a tocar la pija me empezó a hablar como la más maricona, pero re maricona, el cliché de lo que un hétero piensa que es una maricona, éso era lo que lo excitaba. Mientras me tocaba las tetas, no con la precisión que me a mi gusta, sino a lo bestia, agarrándome todo el pecho, me empezó a subir las patitas, descubriendo el ano. "Querés que te toque la cola". Por supuesto que quería. Me puse un forro en el dedo mayor y se lo mandé con aceite hasta la próstata, relativamente rápido, porque el tipo estaba excitado, quiero decir, con la otra mano venía dándole paja a la pija, y ese orto ya estaba bien abierto de antemano, no sólo por la excitación de ahora. Me cambié de posición de forma que el alcanzara con una mano a hacerme una paja a mí, que ya se me había bajado. Primero me agarró la pija a lo betia, pero lo recordé "hacelo como vos sabés, mi amor, dale, si se nota que sabés cómo se agarra una pija". Esto le encantó, me miró con ojos de perrito y se puso a hacerme esos toquecitos que me hacía en el tronco y en los huevos, para que se me parara, y así me empezó a pajear rico también y me pidió que se la chupara. Se la chupé claro. Y él me dijo "chupándomela así y con el dedo en el culo me vas a hacer acabar enseguida". Como yo me empecé a excitar también, me debo haber puesto medio sádico con su ano, porque me pidió que se lo sacara un toque. Saqué el dedo del culo, saqué la boca de la pija. Volví a hacerle la paja, mientras que, con el dedo mayor donde tenía el forro aceitado, le empecé a hacer masajes suaves y circulares sobre los bordes del ano. Ahí la flasheó, cerró los ojos, hizo como una especie de chillido de asombro y me dijo, con la voz más maricona que pudo lograr, "qué estás haciendo ahí? qué me hacés sentir?". "Te gusta?" le dije, esforzándome en sentir los pliegues de su ano sobre la yema de mi dedo mayor. "Es mágico!" volvió a chillar. Esa fue la palabra que usó, "mágico". "Me vas a hacer acabar!" advirtió. "Está bien, pero relajá todo, así sentís bien el orgasmo en el culo". Él aflojó y yo le hice la paja más rápido, siguiendo con el masaje en los bordes del ano. Y él se sigió retorciendo, haciendo esos chillidos amariconados, hasta que alcanzó el doble orgasmo, en la pija y en los bordes del ano. La estimulación en los bordes del ano es muy parecida a la que se puede recibir en los pezones, pero tiene la particularidad de sumarse directamente a la excitación genital, así que, si relajan, produce orgasmos dobles y muy fuertes. Todos pueden experimentarlo.
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