HETERO Y PUTO
No hace falta que me diga que no se coje putos, se le nota. En un principio sólo se desnuda los pies, y cuando se saca toda la ropa lo hace como quien toma una decisión rápida y se tira a la pileta sin pensarlo más. Cuando le masajeo los pies observo que su respiración, si bien baja, es agitada. Está nervioso. Yo le masajeo los pies más lentamente, para ayudarlo a tranquilizarse. Estoy un buen rato haciéndolo. Termino los pies y le toco las manos, ahí noto que su pija se hincha algo, es mi señal, me acomodo y se la tomo con delicadeza y le voy dando movilidad para que se despliegue, en esa forma encantadora en que lo hacen las pijas, como un telescopio. Le doy golpecitos a lo largo del tronco para que se afirme la erección. Y luego me la meto en la boca. Se perfumó bocha. Es joven y muy peludo. Bien viril. La pija es bonita, de tamaño estandard, me entra bien en la boca y, cuando voy hasta el fondo la siento rozarme la garganta. Me la saco un momento para decirle que, si quiere hacer algo con las manos, me puede tocar los pezones, y que si no quiere, está todo bien. Porque quizás no quiera tocar a un hombre. Se la sigo chupando sin decirle más y él, aunque al principio no hace nada, no tarda en buscarme los pezones con sus manos. Me agarra los pechos con la palma completa, como quien agarra las tetas de una mujer. Primero con una mano, luego con las dos, luego vuelta con una. Es raro el momento en que no me esté agarrando al menos una de las tetas. Cuando me agarra las dos a la vez, o me presiona los pezones entre los dedos, para recompensarlo por el placer extra que recibo, me esmero más en la mamada, metiéndola bien hasta el fondo, o presionando la lengua contra el frenillo cada vez que paso o apretando más los labios cuando subo por el tronco. Estoy mucho rato así. Ustedes saben que yo pierdo la noción del tiempo cuando me meten una pija en la boca. Trato de darme entero por la boca, y más si me tocan los pezones, porque así entro en trance. No sé que determina que me la saque un momento, quizás un gruñido suyo, pidiéndome que me detenga. Ahí le consulto si quiere que lo haga un poco más rápido, me confirma que sí, que un poco. Aprovecho para rogarle que no me acabe adentro, que me avise y vuelvo a inclinarme sobre la pija. Me agarra con fuerza de los bordes de la camilla y empiezo a hacerlo rápido, como una puta. Él ya no me agarra de las tetas, sino de los brazos, recorre mis brazos con sus manos y luego mis hombros, para acompañar la dirección de mis movimientos. Abajo, siempre más abajo, me guía, que la pija entre cada vez hasta el fondo. Siento cómo sus piernas de corredor se tensan y se retuercen, escucho cómo empieza a gruñir y me dice, exaltado, "Te gusta la pija?". Yo tengo la boca llena, y no me la voy a sacar a responder, asiento con un gemido desde mi garganta, sin bajar el ritmo de la mamada. "Cómo me calentás!" me agarra de los hombros y me advierte "voy a acabar!". Saco la cabeza de la pija, le agarro el tronco fuerte con una mano y con la otra presiono el perineo debajo de los huevos. El asiente y acaba, gime y tiembla cuanda acaba. Apenas unas pocas gotas, de leche transparente, y esta vez lo tengo que preguntar: "qué poca leche! te hiciste una paja antes de venir?". "No", se sonríe, "anoche...". Nos quedamos reposando unos minutos en silencio, para terminar de bajar.
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