TERRAPLANISTA

Una hora entera estuvimos viendo programas de terraplanistas en youtub. Y me convenció, yo estaba hipnotizado por el deseo que sentía hacia este tipo. Le pregunté si le podía seguir masajeando los pies mientras mirábamos todas esas teorías locas y lo escuchaba explicármelas, cuando yo no terminaba de entenderlas. Hacía tres años que le había dicho que me llamara, aunque no tuviera guita. Ahora que lo había hecho, yo estaba queriendo alargar cada momento que el chabón me permitiera quedarme con él, en su casa. Después del primer lechazo, al final del masaje, se lo pregunté, incluso ya me había empezado a vestir, y él me pidió que me quedara. Y así también después del segundo lechazo, pero ahí ya pidió directamente que me quedara a dormir. Yo estaba entregadísimo. Cuando me comentó que tenía viagra, le propuse tomar los dos y flashearla un rato, si es que me quedaba a dormir. Cuando parecía que pegaba, él me quiso garchar, pero no se le había parado lo suficiente, incluso con el viagra. No sólo estaba antes el lechazo que acaba de tener conmigo, el tipo se había tirado dos pajas a la mañana, antes de salir. Es lo que me mantiene vivo, la paja, me confesaba. El tipo estaba hecho mierda, en medio de una crisis matrimonial, se había agarrado covid, con un montón de secuelas anímicas, depresión, angustia, pánico, y varias otras más que los médicos apuntaban que se iban a pasar con el tiempo, se ponía a llorar de manera repentina, cuando recordaba cómo su pareja medio que lo había dejado a un lado a partir de que estuvo enfermo. A esto se sumaba que, luego de estar tan cerca de la muerte, todo el mundo, para él, tenía que recuperar su sentido. A él le daba bronca que yo fuera tan sumiso, tan complaciente. Yo le decía que mi placer era servirlo. Y lo decía desde el fondo de mi corazón, o mejor, desde el fondo de mi lujuria. Mi placer es servirte, en serio. Lo adoré como a un dios toda esa noche y toda la mañana siguiente hasta el mediodía, yo estaba como en un trance intenso en que la principal percepción era la lujuria que me producía él. Que finalmente algo que había anhelado. Se diera. Y si tardaba otros tres años en volver a llamarme. Bueno, yo iba a disfrutar cada segundo que estuviera con él. Así estaba yo. Y me comí toda el canal terraplanista, embobado por la realidad misma de que ahí estaba yo de vuelta con él y mi lujuria subía como una columna blanca por mi espalda. Pero el pibe la estaba pasando mal. Cómo lloraba. Yo esperaba que se calmara para ver si quería que le siguiera chupando la pija. Y, cuando nos preparamos para dormir, yo me acomodé bajo sus piernas, con la cabeza apoyada en uno de sus muslos, para guardarme su pija en la boca miéntras él dormía. Con el tiempo yo también me dormí, cada tanto acomodando la pija hacia adentro si me se salía un poco de la boca. Mientras me dormía y me despertaba, medio inconsciente, podía percibir el ritmo inconciente de su pija, que se achicaba en mi boca o se agrandaba toda gorda, porque la tenía, a la pija, gorda que era una lindura, hasta ocuparme toda la cavidad contra el paladar. Yo entonces le bajaba el prepucio, para que él pudiera sentir bien todo el glande apoyado sobre la superficie de mi lengua, y me acomodaba para seguir durmiendo. En un momento lo escuché decir "no sé si estoy dormido, si estoy despierto, o cuando es que la pija se me para". Para mí era el paraíso. Antes de dormir él me había masajeado las tetas, para que se me parara. Se cagaba de risa mientras lo hacía, "quién hubiera dicho que era esto lo que te calentaba!". Cuando se me paró, me empezó a hacer la paja y terminó chupándomela. "Es la primera vez que chupo una pija, sabelo", me dijo. Yo, por mi parte, le chupé el orto hasta que se me durmió la lengua. Le sugerí que se sentara encima de mi cara, así podía mover la cadera, al tiempo que se hacía la paja y yo le lamía el orto. Nos quedamos así hasta que le temblaron las piernas, por la posición más que nada. Para acabar me pidió que le hiciera masaje de próstata, que nunca nadie se lo había hecho, y acabó diciendo "me estás cogiendo, me estás cogiendo". "Soy puto?" Me repetía después. "Ahora soy puto?". Yo me cagaba de risa, "no, amigo, sos el típico machito porteño". "Machito? si te acabo de chupar la pija!" se quejaba, y entonces yo volvía a chupársela a él. Creo que en un momento hicimos un 69, me agarraba bien de las tetas, para que se me parara la pija, y después nos chupábamos las pijas. Qué loco, porque después vino un pibe, re diferente a él, con el que tuve una situación parecida. Es la energía del día. Bendito sean los días así. Bendita sea la lujuria.

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