DESVIRGO UN ABUELITO

Tenía 72 años. Cuando le hacía el masaje me tenía que recordar a cada momento de no lastimarlo. De tener la misma consideración que podría tener con el cuerpo venerado de mis viejos. Me provocaba muchos sentimientos, pero ninguno de ellos erótico. Los sentimientos eran cálidos, de cualquier manera. Yo adoro a mis viejos y verlos envejecer es una de las cosas que me va rompiendo el corazón. Más viejos y encorvados se ponen, más los quiero. Desesperadamente los quiero. Y este señor que llegó esta mañana me hacía recordar a ellos. Su cuerpo tan frágil. No le pueo hacer mucho. Las piernas estaban recontra varicosas, así que mejor no tocarlas, para no expandirlas. Las uñas de los pies, perdidas de hongos, no sé cómo no se le habían caído. Fui bastante suave en las dorsales, que es donde tenía las tensiones que pude trabajarle más o menos bien. Igual, no es por el masaje en sí que venía. El masaje era para relajarlo para la sesión erótica. Los dos lo sabíamos. Los dos estábamos desnudos desde el principio. Por más que habláramos relajadamente de cualquier otra cosa, los dos sabíamos cuál era el transcurso natural de esta sesión. Cuando le empecé a tocar la pija, respondió bien, al toque se le empezó a poner gorda y parársele. Esto fue un alivio para mí, porque he tenido situaciones muy penosas queriendo parárselas a mayores de 70, si nada más funciona, se las termino chupando, pero es el último recurso. Trato de no chupársela a los muy mayores, porque no tienen demasiado control de la eyaculación, y suelo terminar con la boca enhuascada, que no es algo que, en sí, y por más que esté con un chabón super quenchi, que me re caliente, no me cabe para nada, así que con alguien que no me calienta es aún peor. Máxime porque la tenía muy sucia debajo del prepucio. Así que cuando noté, después de limpiarla con aceite, que se le paraba bien, suspiré aliviado. La pija se estaba parando de una forma extrañísima, con una curva hacia arriba. Pero no una curva armoniosa, sino una curva brusca, como si estuviera quebrada. Él pareciera haberme leído el pensamiento, porque me preguntó qué opinaba acerca de lo que le pasaba con la pija, que le había empezado a pasar hacia poco más de un mes, no sabía bien cuando, porque no tenía relaciones muy seguido con su señora. Yo le respondí que nunca en mi vida había visto algo así, y que si le dolía. Él me dijo que no, que sentía todo bien, así que seguí. Su erección, con toda esta preocupación, se estaba reblandeciendo, así que yo encendí mis luces de alerta, le puse más aceite y le empecé a hacer una paja más clásica y más rápida, a ver si mantenía lo que quedaba de dureza. Él cerró los ojos aprobando y yo sentí que la pija alcanzaba una meseta de excitación tranquilizadora. Tranquilizadora para mí, que no se la iba a tener que chupar. Ahí él me preguntó por el masaje de próstata, si lo podía hacer, que le habían hablado que era el sumun de la experiencia sexual y muy beneficiosa para la salud. Le expliqué que era ponerme un guante y meterle un dedo por la cola hasta tocar la próstata y él se mostró entusiasmado. Le pedí que se agarrara la pija con una mano y se hiciera la paja mientras yo me ponía el guante, que no quería perder su erección. Cuando se tocó la pija exclamó que, de tanto aceite que tenía, no se había dado cuenta de que todavía tenía una erección. Gracias a Dios que sí, y la siguió teniendo hasta el final. Cuando le palpé la cola, la tenía cerradísima, ahí nunca había entrado nada. Imagínense, 72 años y virgen del culo. Nunca había tenido un orgasmo anal. El tipo, la verdad, que un valiente, ya tan grande, venir a expander así los límites de su placer. Yo iba re suave con la mano, y siempre cuidando de que él no perdiera su ereccion. Le decía que me avisara al menor dolor, que esto no tenía que doler en absoluto. Se lo decía porque sentía cómo su culo estaba cerradísimo encima de mi dedo. Sos muy dulce, me empezó a decir con los ojos cerrados, me felicito de haber venido, porque dudé tanto... lo que me convenció fue tu voz, cuando hablamos, tan agradable. Y yo, mientras, seguía entrando de a poco por la cola tan dura, mientras le masajeaba la pija. Hasta que dijo, la estoy empezando a disfrutar en serio, se le agitó la respiración y, de un momento para el otro, se le relajó toda la cola, mi dedo entró hasta la próstata y la pija se le ablandó. Había acabado, sin eyacular. Había tenido su primer orgasmo anal.

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