2 lechazos al hilo: uno me pisa la cara, otro con una pija demencial

Con los dos no estaba seguro de si querían que los atendiera sexualmente o si solamente venían por el masaje. Hay veces que me desconcierto. Quizás es que porque ellos tampoco estaban seguros de si querían el servicio sexual o solamente el masaje. Los dos tenían mas o menos la misma edad, entre 28 y 30 años. El primero, en el ascensor, me preguntó si lo que me daba morbo era masajear hombres, y me lo dijo con una voz de bajo que parecía demasiado grave como para salir de su cuerpo, que era bastante chiquito. Pero su voz me llegó al fondo de la cola. Mierda, el pendejo me gusta, me dije, mientras sentía que se me ablandaba el esfinter. Qué trolo regalado que soy, la concha de la lora. Cuando se sacó el barbijo me gustó más todavía, era más bonito que en la foto que me había mandado. Igual, no estaba seguro de si quería sólo el masaje o qué. Así que le hice un lindo masaje de pies, cosa de que igual se fuera satisfecho. Mientras charlábamos relajadamente de cualquier cosa, y la pija ni se le inmutaba. Todo re tranca. Cuando lo di vuelta para trabajarle la espalda y me coloqué en la postura en que él tiene que apoyar sus empeines sobre mis hombros, mientras yo sostengo sus rodillas con las manos, para que no se lastimen mientras le trabajo los paravertebrales, que es una postura compleja para explicar, pero fácil de hacer, le digo: si querés podés apoyar los pies contra mi cara. Y no hizo falta que lo repitiera, porque el pibe, al toque, me empezó a apretar la cara entre sus patas. Pero re fuerte lo hacía y ahí se me fueron las dudas acerca de sus intenciones. Le empecé a lamer los talones, mientras le masajeaba la espalda. Y el chabón se recontra calentaba. Me quería meter la pata entera adentro de la boca, mientras con la otra hacia fuerza contra mi cara. Como si me quisiera aplastar como a un caracol. El chico tenía este morbo de dominación con los pies super intenso. De los más intensos que me han tocado. Para mí fue una sorpresa agradable, porque el pibe me gustaba y también me daba morbo que me quisiera someter así, sacaba algo muy primigenio que llevo adentro. Cuando lo di vuelta, él la tenía recontra parada. No era una pija muy grande, era finita. Pero su morbo lo compensaba todo. Mientras se la chupaba, él incluso quería flexionar las piernas para seguir aplastándome la cara con sus pies. Pero no podía, no le daba la flexibilidad de la postura. Era como que quería ir más allá de los límites de su cuerpo para seguir pisándome la cara mientras le chupaba la pija. Así que se lo empecé a hacer con la mano, para así alejar mi cuerpo lo suficiente como para volver a estar al alcance de sus pies. Y así se los lamí, le lamí los metatarsos y los dedos y me los metí en la boca hasta que sus plantas estuvieron tan llenas de baba que me resbalaban sobre la cara. Como era un lector de mis relatos, cuando volví a chupársela, se me prendió de los pezones, pero con demasiada fuerza. Le pedí que lo hiciera más suave, que había que hacerlo fuerte sólo cuando me la estaban poniendo. "Es bueno saberlo" dijo, y lo hizo más suave. Pero no se hizo mucho cargo de que yo ya estaba tan caliente que me hubiera encantado que me la metiera. Acabamos así, cuando el pibe me dijo que estaba por soltar el lechazo, pasé a darle con las manos, que me llenó de leche. Del segundo yo dudaba también de si quería el servicio sexual, porque luego de varias vueltas de chat, en el que me pedía detalles sobre la sesión, se mostró sorprendido cuando le dije que todo solía terminar conmigo cubierto de leche. Usé esas palabras. Él se quiso asegurar de que también podía no terminar así. Le dije que claro, que también podía sólo ser el masaje y quedarse ahí. Lo mío se amoldaba a sus necesidades, le dije. Los chabones son los que quieren que yo termine cubierto de leche, después del masaje. Así que me mentalicé para darle sólo un masaje y dejarlo tranquilo al respecto. Este, a diferencia del anterior, sí parecía recontra nervioso, no sólo por venir a tomar una sesión conmigo, sino también porque estaba llegando tarde al laburo por hacerlo. Era un médico precarizado, yendo de guardia en guardia para llegar a fin de mes, migrante venezolano, morochito y con un cuerpo asombroso debajo de su uniforme de hospital. Pero asombroso en serio. El chabón tenía un cuerpo esculpido por los dioses. Y estaba lleno de contracturas ultra dolorosas en la parte alta de la espalda, producto de la tensión del laburo. Tensión constante e infernal de su laburo en los hospitales. Pobre pibe. Hice a un lado el deseo obvio que no podía sino producirme que fuera físicamente tan atractivo, o ver que la garompa se le amorcillaba cuando se sacaba los boxers, porque por lo general las pijas se amorcillan cuando se exponen al aire libre frente a una tercera persona, eso no indica una atracción sexual específica, sino solamente una reacción natural de las pijas cuando se saben expuestas, que se empiezan a parar. Y era una pija bastante grande, aún sólo amorcillada. Pero no quería que el pibe se sintiera avanzado por mí, ni nada, mi posición no es la del avance, mi posición de masajista puto es la de sólo acercarme cuando me lo piden, porque soy yo el que está al servicio del deseo del otro, y si el otro no tiene deseo, yo me quedo en el molde. Así que me concentré, de vuelta, en hacerle un buen masaje en la espalda, en los pies no, porque me decía que tenía cosquillas, y mierda que lo necesitaba, el pibe tenía un nudo al lado del otro, tremendamente dolorosos. Así que se los trabajé con cuidado, pero también tratando de no ir demasiado a fondo, para no lastimarlo, sino darle movidad a la zona, para empezar a aflojárselo. Cuando terminé con la espalda, le toqué un poco el cuenco tibetano, porque ya estábamos sobre la hora, y también como para darle por terminada la sesión, porque en verdad creía que el pibe venía sólo para eso. Incluso sonó el despertador que le había puesto, para no pasarnos de la hora y que no llegara demasiado tarde al hospital. Pero el pibe se me quedaba ahí tirado, pija arriba, los ojos cerrados, sin intención de irse, así que bueno, supuse que quería que le atendiera la pija. Se la acaricié con suavidad y se le hinchó al toque. Está bien así? le pregunté. El apenas levantó la cabeza y me dijo, con los ojos entrecerrados, mirando cómo se le había comenzado a parar: así parece, sí. Yo entonces me acerqué, me coloqué debajo de sus piernas y empecé a maniobrarle la poronga. Era monstruosa de lo grande que era. Pero tremenda. Muy muy gorda. Me la quise llevar a la boca, pero él me pidió que prefería que lo hiciera con la mano, por favor. Era como que le daba impresión que un chabón se la chupara. Dentro de todo, mejor, porque era tan grande que me había casi descoyuntado la mandíbula para intentar metérmela. Así que se lo empecé a hacer con las manos. Y era tan grande esa cosa, ahora que se estaba parando, que lo tuve que hacer con las dos manos a la vez. Pero tremendo, la verdad. Grande, muy gorda y curvada hacia abajo. Todo muy frío, sin embargo, muy distante de su parte. No me tocaba, pero la pija respondía bien bajo mis dos manos, una presionando arriba y abajo desde la base y la otra subiendo y bajándole el prepucio. Cosas que se se pueden hacer sólo con pijas de ese tamaño. Y yo iba sintiendo cómo la curva de la pija se le iba enderezando mientras se le ponía cada vez más dura. El se levantaba la cabeza con una mano, para no forzar las cervicales, mientras miraba cómo le hacía así la paja, con los ojos entrecerrados. Yo en un momento cerré los ojos, para concentrarme en la paja que le hacía, para ver si podía conectar con toda ese energía que le iba saliendo de la poronga, porque tengo algo en mi pecho que responde a la energía de las pijas que se paran, y cuando hago esa conexión todo parece fluir mejor, y, por un instante, cuando abrí los ojos, puede ver que él me estaba mirando a la cara. Pero al abrir yo los ojos, él corrió la mirada, re nervioso. Y otra vez que lo volví a hacer, cerrar los ojos para conectar con la pija, volvió a suceder lo mismo, el chabón aprovechaba que yo tenía los ojos cerrados, para mirarme a la cara mientras lo pajeaba, hasta que yo los volvía a abrir y el corría la mirada, nervioso. El tipo era clarísimo que era la primera vez que era servido por un puto y no podía terminar de creérselo. Yo hubiera seguido así, pero el tiempo se acababa, estábamos re pasados hacía rato. No quiso acabar así acostado, me dijo que no quería llenarse de leche, que prefería pararse, así que se puso de pie al lado de la camilla, yo debajo de su pija y lo iba a terminar así, pero me dijo que me iba a salpicar mucho, que mejor me sacaba la ropa, así que me saqué toda la ropa y quedó así mi piel blanca y desnuda debajo de su pija monstruosa para recibir el lechazo. Le sugerí que me tocara los pezones, si quería, pero no quiso, no quería tocarme, sólo quería dejarme cubierto de leche, como yo le había dicho antes en el chat que era la manera en que solían terminar mis sesiones. Profecía autocumplida podría decirse, porque me bañó en su leche. Pero muchísima leche salió de esa pija tan demencialmente grande. Y no sólo yo, el piso también quedó enchastrado. Para mí fue como un bautismo. Ojalá sea un signo de prosperidad por venir, que los lechazos se multipliquen y que nunca me falte a quien masajear. Después se fue a los pedos, porque ya estaba llegando re tarde al hospital, que era en la concha de la lora. Igual, antes de irse, le pregunté si era la primera vez que lo servía un puto, y, claro, me dijo que sí. Era obvio. Espero le haya resultado agradable, los putos estamos para esto.

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