El príncipe de la poronga
El tipo este me había ubicado por uno de los anuncios en internet. Era impresionante las faltas de ortografía que tenía. Pero aberrantes. "Bos asé masage" me preguntaba por texto. Se ofrecía a mandarme fotos de la pija, porque le habían dicho que era dotado. Le dije que prefería una de la cara. "De la geta" me mandó él. El tipo ni siquiera quería realmente un masaje, quería el culo mío que aparece con mi número en google cada vez que buscás las palabras masajista y puto juntas. "me asés un masajes en mí parte íntima" me decía. Después de varios idas y vueltas, porque el tipo, la verdad, que era un indigente al que yo tenía que hacerle un acto de caridad, finalmente le dí cabida. Yo venía bastante mal por un encuentro bien violento que había tenido con un chabón dominante el día anterior y este tipo, a pesar de su casi analfabetismo bestial, parecía mucho más considerado en comparación y, además de que estaba muy seguro de que me iba a gustar su pija, que la iba a pasar bien, siempre me contaba de que o estaba trabajando en esto o en aquello otro, siempre con alguna changa, y un tipo que trabaja, por más ignorante que sea, siempre me parece respetable, más que ciertos chantas de maletín que han venido con ínfulas de grandes doctores, pero que eran unos tremendo mugrientos. Así que finalmente vino, un tipo joven, de treinta y cortos, pero hecho mierda por la miseria. Creo que le quedaba un solo diente de todos los frontales. No sé si no era la primera vez que yo estaba con alguien a quien la pobreza extrema hubiera dejado sin dientes (bueno, ahora que lo pienso, sí, pero en otra época mía, mucho más zarpada). Eso sí el tipo este era pulcro, limpísimo. El tipo se enorgullecía de ser muy limpio. Era muy delgado. La delgadez de quien come poco. Y su rostro era atroz, la sonrisa sin dientes siendo la coronación de su fealdad. Ahora bien, su pija... su pija era otra cosa. Primero, como decía más arriba, limpísima. Y eso importaba. Y segundo que era una pija... cómo describirla? era una pija bella, no era monstruosa, pero sí era grande y sí se lo podía llamar un dotado. Pero no daba la impresión de nada desproporcionado. La medía con mi boca, la miraba objetivamente y me daba cuenta de que era grande, pero estaba tan bien formada que no parecía que hubiera nada fuera de lugar ahí. Era la pija de un actor porno, pero no de los actores de pijas freakis, sino de uno de los armoniosos. Un excelente pedazo de buena carne tenía encima de sus huevos. Le pedí que me tocara los pezones mientras se la empezaba a mamar y él empezó a tocarme. Pero no me tocaba bien. Hacía lo que había hecho el tipo anterior, el escorpiano de mierda tan violento, que me apretaba los pezones, para después estirar y soltar. Exactamente lo mismo. Lpm, pensaba yo para mis adentros, esto empieza mal. Pero claro, el tipo este tenía muy mejor actitud y muchos deseos de que yo la pasara bien con él, entonces estaba bien receptivo cuando yo le mostraba en sus pezones cómo hacer con los míos. Me sacaba la pija de la boca, le agarraba los pezones y le mostraba cómo, él lo repetía hasta que yo empezaba a sentir y ahí volvía a meterme esa pija estupenda en mi boca y a darle cabeza. Igual nunca lo hacía del todo bien, como me lo hacían otros chabones que apenas me tocaban las tetas se me abría la cola, pero hay que reconocerle que le ponía maña. Su pija, de todas maneras, era tan perfecta, era tan chupable, que un poco compensaba todas esas cosas. Mamándosela me olvidaba de mis desventuras y me reconciliaba con la pija en general. En un momento el me suelta las tetas, exclama "qué bien la chupás!" y me empieza a tocar los brazos, la espalda, la cara. Cuando me tocó la cara me ruboricé. Me di cuenta de que me excitaba. No me excitaba tanto cómo me tocaba las tetas, pero la manera en que me tocaba el resto del cuerpo, en como presionaba la piel de sus manos contra la mía, mientras recorría mi cuerpo cuando yo le daba cabeza a su poronga me hacía sentir casi tan bien como si me estuviera haciendo un buen masaje de pezones. Me estaba haciendo gozar. Loco. Como si toda mi piel se fuera convirtiendo en una zona erógena, bajos sus manos que me recorrían mientras le hacía la paja con la boca. La empecé a pasar bien en serio. A conectar, no sólo con mi sexualidad de puta, que cuando se manifiesta es volcánica, sino también con él, con su pija, con su cuerpo, con sus manos, con lo específico de su cualidad erótica que se empezaba a acoplar a la perfección a mi esencia de puto, de puto y de servidor. Pero él era un descastado y no le cabía lo de sentirse superior a nadie, él era lo que en India sería un intocable, alguien a quien nadie se acercaría. Y él no quería compensarlo sintiéndose superior a mí, en el juego de dominación, de los roles sexuales. Él quería, intensamente, que yo gozara con él. Y yo ya conectaba con su alma de descastado amoroso y comenzaba a adorarlo por su capacidad sincera de dar gozo, de darme gozo a mí en ese momento, de hacerme sentir tan puta, porque es cuando me siento puta que gozo, o era al revés? que cuando gozo me siento puta? No importa cuando la empezamos a pasar bien en serio, todo se diluye en placer. Entre tanto que me pasaba las manos por todo el cuerpo, empezó a buscarme la cola, "ahora ponete en cuatro, para hacerte el ojete" me dijo (cuando me lo habia adelantado por mensaje, unos días antes, había escrito "ogete"). Yo le ofrecí si no quería que él se acostara y yo me sentara encima, por lo menos hasta que se me abriera la cola, porque era así que había gozado con las penetraciones hasta ahora, durante mis últimas experiencias. El tipo recostado en la postura del masajeado, tocándome los pezones, mientras yo iba ensartándome en la cola sin, milagrosamente, perder mi propia erección. Pero el chabón insistió en que no, y no sólo eso, insistió en que lo iba a disfrutar también así. Como la tenía grande, sugirió ponérmela sin forro, porque decía que se le iba a bajar, pero yo, previsor, esta vez tenía forros extra large, así que se lo encaje y, además, sé cómo poner un forro, no soy un boludo, tengo cancha, porque primero le hice la paja con gel y después recién le puse el forro, que entró re suave, sin raspar, sobre la pija, y encima del forro puesto le puse más gel y lo masturbé como si hubiera sido aceite, así que la pija le siguió re dura. El estaba parado al lado mío y la pija me daba en la cara, el chabón me tocaba los pezones desde esa posición y ahí sí, lo había empezado a hacer re bien, a tocarme bien las tetas, mierda, me estaba emputeciendo segundo a segundo, él con sus manos en mis tetas, que se nota que él también había conectado conmigo, y su pija la tenía ahí lista, con el forro y el gel puesto, dura a centímetros de mi cara, y a mí me subía la temperatura y sentía cómo me ruborizaba de la excitación. Me reprochó que quisiera ponerme un poco más de gel y yo le dije que tenía miedo de que pudiera lastimarme con esa pija, no sólo por el tamaño, sino también por la posición, donde yo no iba a manejar la penetración, y se lo decía en serio. Pero él me dijo que no me preocupara y me dio vuelta, y me dió besos en el cuerpo, para que me tranquilizara, como se tranquiliza a un animalito que llevan al matadero, y sus besos me encantaron, me calentaron, como si yo fuera una cosa preciosa que él estuviera cuidando y yo ahí estaba entregado, como un corderito, que yo ya estaba tremendamente excitado, la magia había empezado a suceder y yo empezaba a sentirme la puta de Babilonia. Igual costó la primera metida. La cabeza era muy gorda y se resbalaba. Yo lo dejaba hacer, porque no quería que lo ayudara, estaba en cuatro y me sostenía contra la pared y sentía cómo a él se le resbalaba la garompa sobre mi raja sin poder meterla. Así que le dije vos tocame, vos tocame las tetas, la espalda, todo, que me voy a abrir como una puta para vos. Así se lo decía. Y mientras me empezaba a tocar yo me empezaba a calentar y la cola solita se me iba quebrando hacia arriba y sentía como que hasta los cachetes de la cola se me abrían y el aire fresco entraba a correrme sobre la piel descubierta de mi ojete. Estiré una mano hacia atrás y le agarré la pija y la sostuve contra el ojete, para así él no dejaba de tocarme, que era lo que me ponía así de abierto. Y él empujó y la pija se empezó a meter. Pero a mí me dolió un poco, porque mierda que era grande ese pedazo, y le pedí, le rogué, que parara, porque ya empezaba a empujar y a mí el dolor me la bajaba y de eso no volvía más, ya lo sabía, así que le pedí que en vez de empujar con la pija, me tocara, que me tocara las tetas, la espalda, la cara, que me tocara todo, que eso me mantenía excitada y que yo me encargaba de meterme la pija de a poco con los movimientos de mi cola y ahí empecé a hacerle un mete saca, cortito, encima de la cabeza, pero sólo con movimientos cortos de pelvis lo hacía, el tronco lo mantenía quieto, movía solamente mi cola encima de la cabeza de su pija, y así yo seguía gozando, con sus toques y con su pija, mientras la pija entraba y salía siempre cerca de la puntita, yo no sabía bien cómo lo estaba haciendo, porque toda mi atención se estaba concentrando sobre el anillo de carne de mi esfínter que agarraba con fuerza la cabeza de su chota, creo que fueron movimientos pendulares de la pelvis, así cortitos, pero no sé bién, porque no estaba pensando con mi cabeza, sino con mi cola, no existía más que mi cola y su garompa, mientras me movía, entonces fue él que empezó con los "ahhhh, Migue! ahhhh Migue!" a exclamar así desde atrás mío, y había tal goce, tal sorpresa en el tono en que lo decía, que de golpe la estaba empezando a pasar tan bien con lo que le estaba haciendo sobre su pija con mi cola, que no tardó nada en que la cola se me abriera y se tragara ella sola la pija, que la pija entrara entera por la cola, y era una buena pija, re buen tamaño, y me entró entera, de puro goce de puta que se había abierto, "mirá cómo te entró toda" me decía el tipo, re copado, mientras ahí sí se ponía a caderear, y yo la re gozaba y movía mi cadera para acompasarla a sus movimientos. "Te gusta la pija, eh?" me decía mientras me cogía así y sí, obvio que me gustaba la re gocé, "me gusta tu pija" le decía, pero bueno, en realidad, sí, me gusta la pija en general, para que negarlo, soy como un personaje de cumbia villera con mi amor por la pija, más si me tocan bien las tetas. El chabón no tardó mucho más en acabar y me recontra di cuenta esta vez, porque estaba súper atento a lo que pasaba en mi cola, pero no hacía falta más, yo ya había tenido creo que la mejor cogida por la cola que me habían hecho en mi vida. Se los juro. Y me la han hecho hasta el infinito. Cuando terminó le saqué el forro y estaba recontra lleno de leche, muchísima. Lo limpié y me abracé a su estómago, adorándolo, ese paria desdentado había pasado a ser, para mí al menos, un príncipe del sexo, el señor de la pija, santo del buen glande, un ángel que había bajado para compensarme de las malas pijas que me crucé en el camino. El tipo se reía de mi adoración y me frotaba la espalda. Cuando se hubo ido yo quedé con el corazón encendido, pero encendido en serio, deseando cosas buenas a todas las personas que conocía, incluso a los más mierdas, que todos fuéramos felices y tuviéramos todo el buen sexo que pudiéramos. Deseaba también que él volviera, o que pudiera repetir con otros lo que esa tarde había aprendido con él, ese movimiento del esfínter sobre la cabecita de la chota, que me había salido de pura inspiración de puta, esa nueva dimensión del sexo anal, porque, qué cosa loca que es el sexo, cómo uno sigue aprendiendo cosas nuevas cuando piensa que ya no hay nada más. Qué bendición.
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