Gozo por la cola

Este chico creo que es la segunda vez que viene. Salteño. Linda carita, se está dejando estar con el cuerpo, pero eso no es lo importante con él. Tiene muy buen tacto. Eso recordaba de la primera vez. Y ahora que estoy descubriendo cómo se me abre la cola cuando me tocan bien las tetas, eso ha pasado a ser muy importante. Y este chico no viene por el masaje, viene a garchar directamente. "A que le preste la cola", es su expresión. Y yo estoy muy dispuesto a dársela siempre que me la pida, más aún después de esta segunda vez que se la di. Ya desde el vamos, cuando le puse sus manos sobre mis tetas, para que me tocara los pezones, tuve que respirar profundo antes de decirle "cómo me hacés gozar! así vas a poder pedirme lo que quieras!", porque el pibe me ponía en el cielo con sus manos y yo es automático, me pongo re puta, pero re puta cuando me tocan de cierta manera los pezones, pero loca al punto de que me golpearía la cabeza contra la pared. El pibe, rapidísimo, me dijo "dejarías que te acabara en la boca?". Yo, que ya me la había metido hasta la garganta, me la saqué un momento de la boca para mirarlo de reojo y decirle "no, tampoco te zarpes". Soy puta, pero puta vieja. Hay cosas donde la cabeza la sigo teniendo fría, así es como pude ser así de puta y seguir así de sana. La calentura es muy intensa y la putez mayúscula, pero la calentura se pasa y después las ETS se quedan. Y yo no soy de que me pasen esas cosas. Igual fue gracioso todo y con buena onda. El pibe siguió amasándome las tetas y yo seguí mamándole la chota en armonía. Los dos la estábamos pasando bien. La vez pasada él se había mostrado algo inseguro acerca del tamaño de su pija y yo me lo acordaba, así que esta vez, cuando le puse el forro, después de que me recordara que él había venido a "hacerme el orto", le dije, mientras bajaba bien el forro hasta la base, que viera la longitud real de la garompa, "mirá lo larga que es, no digas que es chica, conozco a más de uno que le gustaría tener esta pija". Yo venía cavilando la manera de llevar mi goce anal un paso más allá. Porque me había dado cuenta que, con el amasado de tetas, cuando me lo hacía un macho con la pija dura, yo me calentaba tanto, que la cola se me abría y comenzaba a disfrutar, por primera vez en mi vida, de la sensación de ser lentamente penetrado por una pija, que hasta entonces, si bien lo hacía, y lo había hecho mil veces, nunca lo había disfrutado en verdad, porque lo hacía sólo para ubicarme en mi rol de puto, para complacer al tipo que quería garcharme, porque pensaba que era lo que tenía que hacer como puto, cuando el choma me lo pedía, pero no porque lo gozara físicamente. El goce era mental cuando entregaba la cola, disfrutaba porque disfrutaba poder hacer que el tipo que me garchaba la pasara bien. Eso se notaba en que la pija, mi pijita de puta, en cuanto me empezaban a empomar, se me bajaba al toque y nunca volvía a subir. Claro, el dolor era atroz, igual yo, puto con sentido del deber, me entregaba, porque era mi deber de puto. Lo sigue siendo, de hecho. Yo pensaba que el goce por la cola era mental y con eso me bastaba. Hasta que, hace poco, descubrí el poder de las manos de un macho en mis tetas y cómo me calentaban, y cómo hacían que el momento, que siempre llegaba, en el que el macho me la quería poner, pasara a ser realmente placentero. Que se me mantuviera la pija parada mientras me la metían para mí era un milagro del cielo. Un regalo divino a mi abnegación de puto. Porque no sólo la cola se me relajaba y la pija pasaba sin lesionar nada, sino que... era gozoso en serio!. Igual, todavía no lograba que toda la garchada fuera placentera, en determinado momento, la impresión de que me estuvieran garchando, o el dolor mísmo, si la pija era grande, me la bajaban, la excitación se iba y, una vez que se iba, la excitación no volvía más, y yo volvía a la abnegación de aguantar al macho encima hasta que se sacara la leche, que, ojo, muchas veces es todo lo que busca el macho, que uno ponga la cola bien firme, paradita hacia arriba, para que él meta lo suyo y se saque las ganas. Y yo hasta entonces pensaba que eso bastaba para ser un buen puto. Pero ahora que empezaba a gozar era diferente y con este pibe, con el salteño, quería probar de extender la sensación placentera más allá de la penetración. Así que, cuando noté que, mientras su pija se iba metiendo más y más en mis tripas, y la mía, de la impresión se me empezaba a bajar, le pedí, le rogué, que me apretara más fuerte las tetas, los pezones, hasta que el dolor de los pezones me hiciera olvidar el dolor de la pija en mi cola, y ahí sus manos apretaron fuerte y me vino una ráfaga de dolor desde las tetas que me hizo cerrar los ojos, pero, cuando los abrí, no sé bien cuánto tiempo después, porque el tiempo se me borroneaba, su pija la tenía metida bien hasta la base y la mía, la mía que yo pensaba que a esa altura iba a estar irremediablemente fláccida, estaba tan parada que empezaba a golpearme el abdomen. Todas esas sensaciones las había tapado el dolor que me provocaba, tan dulce, en las tetas. Enloquecí. Me emputecí. Pero sacada de goce, lo empecé a cabalgar y a ponerme re verbal también, no sé bien lo que le decía pero eran cosas del tipo de no me sueltes las tetas, seguí haciéndome sentir así, así que me estás haciendo tu puta, haceme sentir así y voy a ser tu puta, tu exclava sexual para siempre! palabras que me salían del fondo de mi cola, que es donde los putos tenemos el corazón y que es adonde el chico salteño me estaba alcanzando con su pija. Después me daba un poco de vergüenza todo lo que le había dicho, lo que le había prometido en medio de mi goce, porque mirá que para que a mí, desflorada como estoy, me de vergüenza algo, pero es que había enloquecido de placer y sentía que las palabras salían de lo más hondo de mis deseos!. En un momento el sí me soltó la pija, y se mordió los labios, re caliente el chabón de golpe, se había puesto, para agarrarme de la cadera y empezar a moverse debajo mío con un ritmo que me empujaba la pija más y más adentro. Hasta que se calmó y volvió a agarrarme las tetas. Yo seguía en mi trip, cablgándolo, hasta que se me fue bajando la pija, y ahí, recién ahí me volvió la sangre al cerebro y caí en la cuenta que él ya hacía rato que había acabado y que se estaba cagando de risa, agarrado de mis tetas, de verme gozar. Creo que fue la primera vez que gocé así. La primera, en serio.

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