Escorpiano violento

Este tipo era un gigante. Un morocho gigante. Sus manos eran enormes. Sus pies eran enormes. Apenas cabía en la camilla. En cuanto lo vi desnudo, lo adoré. Era físicamente un dios. Aparte cubierto de tatuajes. Sí era horrible que tuviera todas las uñas de los pies destruidas por los hongos. Así que eso me impedía masajeárselos bien, porque no quería ni acercarme a los dedos, porque esos hongos son muy contagiosos. Pero sus pies eran descomunales, lo veía y lo deseaba terriblemente como hombre. Deseaba ser sometido por ese cuerpo de dios dormido que tenía. Y cuando me montaba sus piernas encima de mis hombros, para masajearle muslos y pantorrillas, notaba que él descargaba todo su peso encima mío, sin contemplaciones, peso muerto. Y yo, que suelo hacer bien estas palancas, porque son parte de mi técnica, me sentí un poco aplastado por sus piernas, terriblemente frágil debajo suyo. Ahora que lo escribo y que lo rememoro, sabiendo lo que pasó después, me pongo a pensar si eso era porque él se aflojaba encima mío, o si directamente estaba haciendo presión para que me sintiera aplastado por él, por su peso, como una forma más de dominación. Sus músculos estaba durísimos, el tipo entrenaba seguido, era corredor, así que sus piernas estaban durísimas, transpiré un montón para aflojarlo. Cuando descansaba me plegaba sobre mi cadera, sostenía mi cara en sus muslos interiores, cerca de las rodillas, y le tomaba las manos masajeándoselas, que eso es lo que suelo hacer cuando me canso, para recambiar energía y atender un poco las manos del otro, que son tan sensibles como los pies. Y ahí notaba que se le ponía gomosa la pija. Una pija bien negra y que parecía ser grande, aunque uno nunca sabe cuán grande se pueden poner cuando terminan de ponerse duras. Nunca llegué a hacerle la espalda, porque al trabajarle los muslos coloqué mis rodillas cerca de sus manos, que eran tan desmesuradamente grandes como sus pies, y él empezó a tocármelas. Y no puedo decir que yo no estuviera esperando, y deseando, que él me empezara a tocar. Ansiaba con frenesí ese tacto suyo. Que me poseyera. Porque todo en él llamaba al puto a ser poseído. Como un vampiro llama a su víctima desde la ventana. Muy gótica mi imagen, pero es que todo resultó mucho más violento de lo que yo hubiera esperado o deseado. Primero fue estupendo, sus manos tan grandes subieron desde mis rodillas y por mi espalda y cada toque suyo era como que me cubría por completo, me sentía un ser diminuto sostenido en las manos de un gigante. Qué otra cosa podría querer un puto, más que un macho así? Yo le sostenía la pija, que se la había puesto bien dura, bien negra y bien larga, y se la empecé a mamar mientras él me agarraba la cara, y me apretaba la cara con sus manos, y sus manos también eran casi más grandes que toda mi cabeza chiquita de puta, y después me agarraba desde el mechón de pelo que tengo en la coronilla para que los machos que son del palo me agarren y me guiaba la mamada así agarrándome el pelo. Después sacaba la pija y me golpeaba con la pija bien dura en la cara, como hacen en las películas porno. Y después me empezó a sostener la cabeza hacia un lado, con la pija dentro de la boca, y me daba cachetadas, con la palma bien abierta, no dolían para nada, el tipo sabía cómo hacerlo. Pero me daba vuelta la cara como si fuera una muñeca de goma, para un lado y para el otro, y me pegaba esas cachetadas con la palma bien abierta y la pija en la boca. Cuánto más se calentaba, más me pegaba. Hasta que me sacó de su pija, y se sentó y me agarró la cabeza y abrió su boca y me empezó a lamer la cara y dar besos, pero no eran besos afectuosos, eran besos con los dientes, con la boca bien abierta, como si me quisiera comer, como si fuera Hannibal Lecter. Me llenaba de baba el tipo. Fiesta covid lpm. Y con los dientes. Me mordía. Igual, siempre con técnica, porque no me dejaba marcas, pero yo ya la había dejado de pasar bien. Mi excitación se había ido al carajo. Ahí vi, cuando me dio uno de esos abrazos violentos, que, sobre un omóplato, tenía tatuado un escorpión. La puta madre, escorpios de mierda. Mi ex es escorpio también, igual nada que ver con este tipo. Le pedí que me tocara las tetas, pero no me las tocaba bien, presionaba, estiraba y soltaba, como si fueran de goma. No me generaba nada, sólo molestias. Igual, en mi posición sólo podía complacerlo. Ir con la corriente. Se incorporó en la camilla, con su pija a la altura de mi boca y me empezó a garchar en la boca, pero recontra violento, sosteniéndome de la nuca, y encajándome la pija bien hasta atrás, golpeándome la campanilla con la pija. Y si bien eso yo lo había disfrutado con un paruagayito hacía poco, con este tipo no. Con este tipo todo se había transformado en algo violento y peligroso, que no me calentaba para nada. Que me ponía en alerta. Incluso, en un momento, yo no podía zafar de la garchada de boca que me hacía y me empujó tanto la poronga contra la campanilla que me subió todo el almuerzo que había tenido recién, una milanesa napolitana que había sido una delicia y que me había hecho celebrar la belleza del mundo, y que ahora subía subía por mi garganta, convertida en un vómito que podría haberme asfixiado, como se asfixió Jimmy Hendrix, en su propio vómito. Lpm. Lpm. Incluso al contarlo lo siento horrible. No quería vomitarle la pija, porque andá a saber cómo se ponía esta bestia. Pero podría haberme muerto, sé de gente, no ya de Hendrix, o el baterista de los Who, Keith Moon, sino gente conocida personalmente mía, que se murió asfixiada por su propio vómito. Y ese vómito que me podía matar era la milanesa que me había hecho sentir tan bien hacía tan poco. Lo mismo se podía aplicar al hdp este que me estaba torturando. En un momento me pidió que me pusiera de espaldas sobre la camilla y él se me tiró encima, inmovilizándome los brazos y enfilando la pija hacia el ojete, como para metérmela, sin forro lpm. Yo me zafaba, soy muy ducho para zafarme de las pijas que me quieren encajar sin forro, y siempre lo consigo. Lo único que tiene que hacer es ponerse un forro para metérmela. Yo ya con este tipo había descartado que fuera a gozar, como venía gozando por la cola con los últimos garches, que habían sido tan reveladores, y le iba a dar mi cola aunque la pasara mal, pero si no se ponía un forro no se la quería dar tampoco. Hdp. Y por un momento pensé que me iba a violar. Porque veía por dónde venía la mano con la traba que me estaba haciendo en los brazos. Incluso en un momento sentí cómo empezaba a acercarme la mano al cuello y ahí yo interpuse la mía, para que no llegara, pero por un momento pensé que me iba a estrangular, como estrangularon a ese otro prostituto en un telo de recoleta hace poco. Lpm. Larepm. Y ya todo era una pesadilla. Conmigo corriéndole el ojete al urso este que tenía encima mío. Hasta que se cansó y se corrió hacia un lado y se conformó con abrazarme y hacerme que me comía la boca con su boca abierta llena de dientes. Me agarraba del mentón, fuerte, deformándome la cara y me decía "qué lindo que sos" y volvía a meterse mi cara en su boca, como si quisiera comerme. Finalmente se recostó, agotado, y yo volví sobre su pija y me acomodé debajo de las piernas, en la posición más clásica y más lejana de su abrazo posible, el alargó la mano para manotearme la mía, mi pija, que estaba muertísima, entonces ahí yo le repetí que si quería que se me parara que me tocara "así"y le mostré bien, las tetas, y lo hizo, mal que mal, porque se había calmado y estaba más receptivo, y se me fue parando la pija, mientras yo lo pajeaba, ahí el volvió a manotear la mía, que era un milagro que se hubiera vuelto a parar así después de todo aquella pesadilla, y que habla muy bien de la flexibilidad de mi libido, y, mientras yo lo pajeaba, él se golpeaba la bolsa de los huevos con mi glande. Y así hasta que acabó. Pasó algo raro con su leche. No la soltó al principio. Recién la soltó cuando se lo hice notar, como que le había quedado en el canal de la uretra y la pudo sacar después a voluntad. Lpm. En otro tipo me hubiera causado gracia, pero ahí a mí lo único que me importaba era sacarlo de mi camilla. Igual siempre fui buena onda. Concha de la lora. Me decía, ufanándose, "yo soy muy dominante, puedo ser mucho más dominante de lo que fui hoy". Te felicito, concha de la lora, igual se lo festejé, lo felicité por su hombría. Lpm. En el ascensor me abrazó, pero tipo un abrazo de boa constrictor, y me dijo al oído, con tono amenazador, "la próxima garchamos". Yo no sé hasta qué punto este tipo era peligroso o simplemente un tipo que le gustaba ser dominante en el garche. No lo sé. Aunque asumo que era esto último, porque sabía cómo hacer para no lastimarme cuando me golpeaba o me mordía y salí ileso de todo, pero lo de terminar como Hendrix, ahogado en mi vómito, puede ser un peligro verdadero, voy a tener que dejar de recibir chabones hasta bien después del almuerzo.

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