Pánico anal
No tenía ganas de laburar. Quería que me garcharan. Y que me garchara alguien que me gustara. El pibe este andaba cerca, lo conocía de antes y le di pista. Cayó con una valija, porque venía de lavar ropa en la casa de un amigo. Cosas de pendejos que viven solos. Venía dispuesto a que lo masajeara, me hizo olerle los pies para que sintiera que estaban limpios. Pero yo no quería laburar, en serio. No lo había dejado venir para eso. El chabón ya había flasheado con mis masajes, pero nunca me había garchado. Había sido uno de mis primeros clientes, yo todavía no estaba hecho a la idea de complementar el masaje con finales eróticos. Así que cuando a los chabones se les paraba la pija yo medio que no sabía cómo reaccionar. Después me hice cargo de que, como masajista, era un poco mi deber hacerme cargo si al tipo se le paraba, pero bueno, cuando lo masajeaba al pibe este, hace bocha, pero bocha de tiempo, todavía no me hacía cargo de que bueno, yo era un puto y los putos estábamos para servir también si una pija se paraba. Me acuerdo que la primera vez que había ido a su casa para masajearlo, cuando yo ya había dado por terminada la sesión, el pendejo se me había quedado en pija y se me re exhibía, parándose con la pija cerca de mi cara, para que me tentara, hasta que se cayó de maduro que tenía también que ofrecerle, por lo menos, una paja, para que se quedara tranquilo. Habían sido lindas pajas, de esas con aceite que me salen tan bien, y el pibe, de hecho, la flasheó tanto, que ese mes me llamó hasta que creo que se gastó un sueldo entero en masajes. Me llamaba onda día por medio para que fuera a atenderlo. Esas obsesiones sexuales que les agarra a veces a los pendejos cuando tienen veinte años. Un vicio más. Después, como tantas otras cosas, medio que se enfrió, medio que se cortó, o posiblemente se había dado cuenta de que la había bardeado fuerte a nivel presupuestario. Y ahora, después de muchísimos años, nos veíamos otra vez y él estaba así como esperando que me pusiera a chuparle los pies, como hacía antes, que eso lo re morboseaba. Pero yo, ya lo dije, no quería laburar. Quería garchar. Y al pibe se le notaba la erección, así que en vez de agarrarle los pies, le agarré la pija directamente. Esto no iba de laburo. Se lo aclaré. Se la chupé un poco. La tenía larga. Linda pija. No era gruesa. Era larga. Especial para sexo anal. Él estaba recostado, en actitud completamente pasiva, dejándome trabajar. Pero yo no quería trabajar. Le pedí que se incorporara y me tocara los pezones. Creo que todo este asunto de que ya no quiero trabajar tanto es que descubrí que puedo gozar y que me gusta cuando me hacen gozar. El chabón me tocaba los pezones re bien. Hay tipos que me los tocan mejor que otros y este me los tocaba bien. Se me empezó a parar la pija. Yo le hacía la paja a él, pero él, cuando me vio que yo me excitaba cuando él me tocaba las tetas, me pidió que me hiciera la paja yo con mi pija. Para complacerlo lo obedecí, pero después de unos momentos le dije que no tenía sentido, que si quería que la tuviera parada bastaba con que me tocara así los pezones. Gozo más cuando me tocan los pezones que cuando me toco la pija. No me cabe hacerme yo la paja. Soy así de puto. Por ahí si me la hace otro, me morbosea, pero para que se me pare lo que hay que hacer es ir directo a mis tetas. La otra cosa que sucede cuando me tocan así las tetas es que se me abre la cola, se me empieza a dilatar solita, pidiendo pija. Me querés garchar? Le dije. Sí, claro que quería garchar el pibe, la tenía paradísima él también. Así que le puse el forro, con mi técnica de masajista curtida: gel primero con masajito sobre el glande y el tronco, que lo hago bien, después le mando el forro, y después más gel por encima del forro, con otro masaje para que la erección se mantenga bien firme. Pero no hacía falta, el pibe la tenía durísima. Después me acomodé encima, la cabecita de la chota apenas apoyada contra el agujero de mi culo y le recordé que me trabajara los pezones, para que se me fuera abriendo la cola. Y ahí le dí peso a mi cuerpo sobre la cabeza de su pija. Creo que lo mejor de todo el polvo. Lo que más disfruté, fue la penetración en sí. Que antes me resultaba lo más doloroso. Acá yo me iba empalando encima de su pija, que iba entrando de a poco en la cola que se abría, y mi pija, al mismo tiempo, se iba poniendo cada vez más dura mientras él me masajeaba los pezones. La verdad que no puedo creer todo lo que estoy disfrutando que me penetren. Este acto mismo de la penetración. Sentir cómo la cola se va abriendo alrededor de la pija y como mi propia pija responde, manteniéndose así de parada. Llevo ya varios meses practicándolo con este técnica de masaje en las tetas y me sigue pareciendo una maravilla, un milagro que yo pueda gozar así con algo que siempre me resultó tan atroz. Me puse super verbal mientras me la ponía así. Le decía, "sí, amigo, seguí así, masajeame bien las tetas, que me hacés sentir una puta, haceme tu puta, amigo, sentí cómo me la estás metiendo, cómo me está entrando, hace gozar a esta puta vieja, hacémela sentir, esas cosas". Lo de puta vieja lo decía porque bueno, pasaron tantos años desde que lo había atendido aquellas primeras veces que sí, la verdad que ya me sentía una puta ajada de Constitución que está harta de laburar y que prefiere ponerse a garchar por placer. Ya le había dicho que no a dos tipos esa tarde, porque no me sentía bien dispuesto al servicio. Al menos ayer, cuando me sucedía, me sentía así. Quizás mañana ya vuelva a estar dispuesto a servir como antes. Pero ayer yo quería que me hicieran gozar. Y el pibe me estaba haciendo gozar. Él también estaba cambiado. Ya no era el pendejo recién salido de la adolescencia que se había obsesionado con mis manos, era un joven curtido en el que se le notaban las primeras decepciones, la mugre de la existencia ya se le había pegado a la piel, el pelo se lo había decolorado, y no lo quedaba bien, le daba un aspecto vulgar, y el cuerpo se lo había empezado a llenar de tatuajes. Cuando el chabón sintió que la pija había entrado hasta los huevos se empezó a poner verbal él y yo me callé. Me empezó a decir "putito, sí, qué bien, cómo me la estás cogiendo con la cola, cómo te hiciste desear, esta es la primera vez que te puedo garchar, qué lindo culo". Y me empezó a dar unos golpes de cadera, con la pija ya toda adentro, que me hicieron sentirla en las tripas. Sentía cómo la pija esa tan larga se me metía en los intestinos. Como si me los estuviera desenrollando. Sacando de su lugar y reordenándolos alrededor de su pija tan dura. "Estás bien?" me decía, porque yo había perdido la erección, y me volvió a tocar los pezones, para que me volviera a excitar. Pero yo había dejado de gozar como con la penetración. Sentir la pija así revolviéndome las tripas me daba mucha impresión. Tan larga. Entré en pánico. Pero me la banqué, me acomodé contra la pared y lo empecé a cabalgar. "Estoy bien" le mentí "sólo que siento demasiado". Y lo cabalgaba a buen ritmo. Y ahí es donde entraba a jugar mi oficio, ya la había dejado de pasar bien, pero no iba a retroceder, tenía que hacer honor a esa pija que me garchaba, no podía salirme. Honor de puto, nunca esquivar la pija, aunque moleste. Lo cabalgué con ganas y él cerró los ojos y se dejó llevar "sí, así, seguí así, por favor". Yo prefería manejar yo el movimiento, porque él, cuando se ponía frenético, me empezaba a empujar fuerte y volvía a sentirla sacudirme las tripas. Quizás debiera haber yo mismo movido la cadera haseta sentirla así en mis tripas. Quizás así la hubiera pasado mejor. No sé. Ya no se trataba de pasarla bien. Se trataba de cumplir. Tenía sudor frío en la frente. Como ganas de vomitar me daba esa pija tan larga dentro mío. Pero me repetía que no tenía que ser desagradecido. Yo había querido pija y ahí tenía pija, bien larga y bien honda en mi cola. Por qué será, qué cosa rara la vida del puto, deseamos tanto que nos metan pija, algo que es tan molesto, pero no podemos evitar seguir deseándolo. Que nos metan pija, por más que moleste. Porque molesta, pero nos hace felices. Al menos ayer no me había dolido, y que no me esté doliendo cuando me la meten, incluso pijas más gruesas que la de ayer, es un golazo. Pero que no hubiera dolor cuando me la pusieran, cuando la cola se iba abriendo, que eso se hubiera transformado en puro goce y placer, como lo fue ayer, iluminó con mayor fuerza el momento impresionante en que, una vez que la pija estaba adentro me daba pánico. Pánico de sentir ese cuerpo duro y caliente moviéndose dentro mío. Como el monstruo de la película Alien, dispuesto a salirme del ombligo. Y ahora lo recuerdo y me hace sentir un poco mareado de la impresión, pero aún a pesar de eso quiero seguir experimentándolo, llegar hasta el fondo de esa situación, como esa pija estaba llegando hasta el fondo mío. Y comprender. Y encontrar la manera en que me guste. Porque los putos estamos hechos para que las pijas nos entren así. Que nos llegue a gustar es lo que determina que gocemos o no, pero no determina si nos la siguen poniendo. Es una necesidad del cosmos que esas pijas sigan entrando en el cuerpo de un puto, porque el cuerpo de un puto atrae naturalmente las pijas y es un insulto al orden universal que su cola les niegue la entrada. Al menos así es como lo siente este puto que ahora les cuenta sus experiencias con honestidad. Es raro y misterioso, pero es tal cual. Cambiamos de posición (y de forro, porque se había ensuciado) y me puse yo boca arriba, con las piernas hacia arriba. Ahí él tomó el dominio del polvo y tenía su cara encima encima mio. Mi erección ya estaba completamente perdida y yo era una cola que se abría para que él entrara. Nada más. Me empezó a dar besos mientras me garchaba. Qué raro, estoy acostumbrado a que me den pija, no que me den besos. Pero los acepté con humildad, lo abracé mientras me bombeaba y lo dejé besarme la cara y yo lo besé un poco también. En los hombros, en los brazos. Yo empecé a contemplar con más frialdad la sensación de esa pija que entraba y salía de mi cuerpo, desde esa posición más descansada. Había algo raro en ese polvo, algo demasiado prolongado, por más aguantador que sea siempre un chabón que me garcha, esto era diferente. Quizás fuera porque el pibe este no es heterosexual, sino un gay activo, ¿cuál es la diferencia entre un heterosexual que se garcha putos y un gay activo? No sé si sabría formularlo con palabras sin empezar a desvariar, pero es una diferencia que mi cola detectaba. Cuando me garcha un heterosexual mi cola lo siente diferente. Soy un puto loco por pensar estas cosas? Quizás tanta leche que me han dado me empezó a afectar el cerebro. No sé, pero mi cuerpo creo que es capaz de sentir ese matiz en mi cola. Y todas estas cosas, les juro que las pensaba mientras el chico éste me daba matraca, así que pueden imaginarse hasta qué niveles subterráneos había descendido mi morbo y eso que aún sentía su pija tremenda dentro de mi panza. Y así hasta que el chico se salió una vez más y me dijo que no iba a acabar, que a la noche se iba a hacer una paja. Quizás que yo me enfriara lo hizo enfriarse a él también, pensé, y creo que leyó mi pensamiento porque me aclaró "estoy re caliente", y yo perseguido, pensaba ¿lo habrá dicho para disimular? ¿tan frígido soy que se la bajé? No sé, cosas que pasan por la cabeza, pero sí me quedo con la conciencia tranquila de que nunca le negué el orto, hasta que me dijo basta. Diferencia con un hétero, esa actitud, de habilitar el orto hasta que dicen basta a un hétero le vuela la cabeza, a un gay activo no sé si tanto. Y ya que estamos con la buena predisposición a pesar de mis desvaríos internos, antes de que me vistiera me hizo ponerme de espaldas y que quebrara la cola hacia arriba, así como la tengo en la foto de perfil, para pajearse encima. Obvio, cómo no voy a hacerlo. "Qué buena cola tenés" me decía mientras me frotaba la pija contra la raja. Y después, en el ascensor, antes de que le abriera la puerta para dejarlo salir, me volvió a tocar un pezón y me hizo que le sintiera la pija que la seguía teniendo durísima dentro del short, y yo me volví a excitar y estábamos los dos al re palo cuando le abrí la puerta para que se fuera. Voy a tener que entregarle la cola a más gays activos, entre tanto hétero pirata, para ver si con muchos más es así o si solamente fue esta vez. Aunque ahora que me pongo a pensar mejor, he tenido polvos excelentes con todo tipo de varones, incluso con pasivos con los he tijereteado hasta acalambrarnos. Quizás el problema fue que yo me hubiera salido de mi posición de servicio y que me pusiera de igual a igual con el chabón. Que en realidad si yo me corro de mi posición de servidumbre algo comienza a salir mal. Quizás lo que necesito es aceptar humildemente mi posición subalterna de servicio, para encontrar ahí, a los pies de los hombres, mi placer sólo en dar placer. Será cuestión de seguirlo trabajando.
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