La leche en la cara
En el ascensor ya se me puso en posición de que le tocara la pija. Yo se la fui tocando por encima del jogging y sentía cómo se le paraba bajo mi mano. Le busqué la base de la pija y le empecé a frotar ahí, en la base de la pija, por la parte de arriba, con el resto de la pija poniéndose más dura hacia abajo, sostenida por la ropa. El me miraba fijo desde encima de su barbijo, sus ojitos color miel. Me vas a sacar toda la leche, como vos sabés, con esos petes que vos me hacés, me decía. Se mudó a San Isidro, cerca del sitio donde trabaja de seguridad, así que ya no pasa tanto por Consti. Pero esta vez tenía que hacer no sé qué trámite, así que aprovechó para sacarse la leche. Pero yo no quería hacerle solamente un pete. Este pibe me hace gozar. Cuando se sacó la ropa, yo me la saqué también. Cuando se acostó en la camilla y yo me acomodé bajo sus piernas, en la posición del petero, le agarré las manos y se las llevé a mis pezones. Dale, tocame como sabes, le pedí. Cierro los ojos al recordarlo: me llevó al cielo en un segundo. Se me re contra paró, es como que la pija se me quería salir hacia afuera. Yo que soy tan puto, tan pasivo. Este chabón me hace gozar tanto cuando me toca las tetas, que se me para como si fuera un adolescente virgen. A él también se le re paró al sentirme así de excitado. Su pija se le puso re grande. Yo quería bajar a chupársela, porque cuando me excito, no hay nada que me guste más que servir a una pija, pero su tacto sobre mis pezones era tan bueno que tampoco quería moverme. Me doblé sobre la cadera y me la metí en la boca, mientras él se mantenía con los brazos estirados para trabajarme los pezones. Y así se la empecé a chupar. Mi boca era poco para esa pija. O una sola pija era poca para mi boca. Este chico es increíble cómo me pone. Me hubiera gustado que me la pusiera, porque de la manera en que me toca mi cola se abre para recibir la pija, como la boca del bebé que busca la leche. Pero no me lo pidió, y yo no quería forzar la situación. Si un chabón no te quiere cojer y quiere quedarse en la boca, es una decisión que respeto, como puto subordinado al choma que soy. Lo que sí, el chabón me empezó a tocar la pija, mientras yo le chupaba la suya. Algún día me voy a animar a chupártela, me decía. Esas cosas me la bajan a veces, que el macho me la quiera chupar. A veces. A veces imagino que soy una travesti cuando me la quieren chupar y eso hace que me excite más todavía. Pero el tipo tiene que ser súper hétero para que suceda. Yo sé reconocer al hétero del gay, incluso cuando me la quieren chupar, el gay chupa de una manera en que se entrega al macho, y me la baja, el hétero chupa como quien juega con una muñeca, y eso sí me excita. Igual éste nunca se animó. Siempre me la tocado nada más. Yo estaba tan caliente. Me ponía tan puta, que no dejaba de repetírselo. A ver, chupame la cabecita y mirame desde ahí abajo, me pedía. Re morboso. Y a mí me encanta hacer eso, me encanta mirar desde abajo, con la lengua golpeteándole la cabecita. Sabés que tenemos el mismo punto débil, me dijo, tocame los pezones también. Claro! Por eso es que él me lo hacía tan bien! Todo vuelve. Ahora recordaba. Yo le había descubierto ese lugar sensible, que lo re ponía. Y luego él descubrió que yo también lo tenía. Y que ese era mi punto sensible. La llave para que se abriera mi orto y que pudiera empezar a gozar plenamente. Chupame las tetas, me pidió, y yo saqué la cabeza de su pija y me puse a chupárselas, pajeándolo con una mano. Sentía cómo los pezones se me iban poniendo duros bajo la lengua. Él me había dejado de tocar las tetas a mí, pero yo ya estaba tan excitado que no me bajaba y mi pija dura le rozaba la parte interior de los muslos. Él comenzaba a gemir. Puta, qué puta que soy. Cómo volaba con el deseo de pija! Cómo me hubiera gustado que me penetrara. Para acomodarlo me lo quise subir encima mío, así tenía sus tetas más cómodas en mi boca y sentía su pija dura contra mi vientre, pero él es TANTO más grande, más alto, más hombre que yo, que su peso mismo hizo que me cayera hacia atrás y él quedó sentado encima de mi cabeza, con la pija encima de mi cara. Abrí la boca y él se apoyó contra la pared para empezar a cojerme así hasta la garganta. Puta. Puta entregada. Eso es en lo que él me había convertido. Entregada por goce, no por obligación, como lo hago siempre. Qué delicia es que me hagan sentir así de puta. Que nací para servir así a los hombres. Y todo por haber aprendido a tocarme bien las tetas. Qué maravilla que es el cuerpo humano! Qué milagro que es el sexo! Sacó la pija de mi boca y basculó la pelvis para que le chupara el ojete. Yo le di lengua al ojete, mientras con una mano le hacía la paja y con estiraba la otra para estimularle las tetas. Todavía tengo el olor de su culo en mi cara. Ahora me voy a bañar. Pero quería sentirlo un poco más, por lo menos mientras terminaba de escribir este texto. Finalmente se bajó de encima mío y yo quedé acostado debajo. Lo veía altísimo parado así al lado mío, con la verga re dura haciéndome sombra. Pajeame, me ordenó. Abrí la boca. No no no. En la boca no. Le pedí. Bueno, entonces en la cara, y yo giré la cabeza y le puse el costado de la cara para que me la llenara de leche. Fue mucha leche, casi tuve que utilizar una segunda toalla para sacármela.
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