Seguridad obsesionado
Nunca leyó uno de estos relatos, ni sabe que existen. Empezó a venir hace bocha, a través de una red de masajitas hot que ya no existe. Lindo pibe, entonces le di trato preferencial, porque me compensaba tener que comerme algunos de esos adefesios que nunca faltan. Aprovechó mis condiciones especiales y empezó a venir seguido, cada vez más seguido. No le importaba el masaje, venía a garcharme. A que se la chupara. A darme indicaciones de cómo tenía que hacerlo. Le encantaba cómo seguía sus indicaciones. Venía siempre a horarios como las 5 de la mañana, cuando salía de su laburo de seguridad, antes de tomarse el tren de vuelta a su barrio. Y cuando no podía venir comenzó a hacerme videollamadas para que lo viera acabar. Yo no soy amigo de las cyber pajas. Me parecen eso, una paja. Pero el pibe me lo rogaba, me decía que yo no tenía que hacer, sólo mirarlo hacerse la paja, qué eso lo iba a hacer acabar. Y yo lo miraba, mientras él, escondido, sacaba la chota frente al celu y acababa rápido mirándome en la pantalla, apuntándome la leche. Estaba casado con una rubia y tenía una hija, cuyo nombre tiene tatuado en un antebrazo. La rubia me empezó a stalkear por facebook y lo la bloqueé, me freakean esas situaciones. Yo no quiero tener nada que ver con interferencias en matrimonios ajenos. Yo no tuve nada que ver, nunca lo llamé, ni me metí en su pareja. Yo no llamo. Soy un puto. Son las reglas. Estoy cuando me buscan. Hablo cuando me hablan. Pero la mina esta lo dejó y se llevó a la hija con ella. Y el pibe me siguió llamando y siguió viniendo, me empezó a tocar la pija y hasta, en determinado momento, estaba decidido a chupármela, pero la vez que tuvo la pija cerca de la cara, sacudió la cabeza, sin poder hacerlo "no sé qué hacer con esto". Siempre lo traté bien, aunque se haya vuelto un pesado. Soy muy considerado con los que se obsesionan, sobre todo si alguna vez los favorecí. Es una cuestión de responsabilidad. Pero hace poco me enojé, porque se hizo pasar por otra persona, por un chabón cualquiera que quería preguntar por los masajes y cuando me di cuenta que era él, me re calenté. No me gusta que me mientan. Y esas psicopateadas son de femicida. Yo ya sé que está obsesionado desde hace tiempo, pero esto es cruzar un límite más hacia la locura. El me dice que siempre me respeta, porque yo siempre fui buena onda con él. Y es cierto. Hoy pasó un toque. "A saludar". Yo, que vengo medio baqueta, lo recibí agradecido. En medio de tanto océano de semen de extraños, y de mi corazón roto, la suya es una pija con la que tengo ganas de reencontrarme. No muy grande, más chica que la mía. Pero que me gusta chupar. No lo hago ni sentarse ni nada, no tengo tiempo, porque viene alguien más en tomar una sesión en 5 minutos. Lo dejo ahí parado y o me siento en la camilla, a la altura de su pija. Le desabrocho el cinturón y le desabotono la bragueta, ya la tiene re parada. No se sacó ni la gorra, ni el barbijo, ni los anteojos negros. Yo le bajo el short y la pija salta en el aire, empinada y me la meto en la boca, sin pensarlo. Como quien se toma un remedio. Venía muy cansado estos días por la cantidad de pijas que me estaban requiriendo y yo estaba seguro de que ese cansancio se me iba a pasar no con menos pijas, sino con menos masaje. Las pijas nunca me cansan en sí. Necesitaba una pija así, que nunca hubiera leído ningún relato ni esperara grandes proezas. "Lo que extrañaba era tu boca" suspira él y se apoya contra un armario, sacándose los anteojos y mirándome con sus ojos chiquitos, color miel. Yo se la sigo chupando y él me toca primero un hombro, tímidamente, y después la cabeza, con las dos manos, para sostenérmela y cojerme en la boca, como hacía siempre. Me saca la pija de la cabeza y me ordena "pajeame, como lo hacés vos". Le encanta cómo lo pajeo. Sin aceite. Sin nada. Es que conozco su ritmo y lo mantengo. Se saca la gorra y el barbijo, los pantalones por las pantorrillas, la remera levantada sobre el abdomen, y se acomoda al lado mío en la camilla. Yo me pliego sobre la cadera, para seguir chupándosela. El me manotea el bulto, así que yo me saco el boxer, para que me pueda tocar tranquilo. Estoy excitado, pero la posición es incómoda para que me pajee, porque su mano golpea contra mi abdomen y la pija no tiene lugar. "Difícil que se pare, eh?" me dice, sonriendo. "Hacelo con más suavidad" le digo. El comienzo a ser más suave y yo se la dejo de chupar e incorporo mi tronco, para así puede pajearme con comodidad. Yo lo vuelvo a pajear. Los dos nos pajeamos. Y yo estoy al re palo al toque. "Sacate la remera" le pido, qué loco que yo le pida algo a un chabón. Pero es un día especial y él es un chabón especial, y quiere que yo esté al palo. El se la saca sin vacilar y yo le acaricio los hombros con una mano (con la otra lo sigo pajeando), me encanta su piel, tan suave, me encanta acariciarlo. "Cómo me calentás, hijo de puta" le digo. El me mira a los ojos y dice, siempre pajeándome "Sabés que sos el único hombre al que le toqué la pija?". "No soy un hombre, soy un puto" lo corrijo. "Sabés que sos el único puto al que le toqué la pija?". Me mira la pija "cuánta leche que debés tener en esos huevos!". Hace tiempo que fantasea con mi leche. "Bocha" le digo "yo nunca acabo". Suena mi celular, es el tipo con el que ya había quedado para tomar una sesión. "Ahora te tenés que ir" le digo "que ya llega otro". El se para y de vuelta queda con la pija apuntándome la cara. Yo extiendo el cuello hacia atrás y saco el pecho hacia arriba, ofreciéndoselo como bandeja para su leche. "Así, sí, así" me dice mientras lo pajeo con fuerza, hasta acabar.
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