Nosferatu

 Llega de noche. Más tarde de lo pensado. Tiene trato ceremonioso. Habla pausado y bajo. Suele recibir masajes, pero sólo una vez se lo hicieron bien en los pies. No quiere adoración, dice con un poco de desprecio. Es pálido y huesudo. Se queda inmóvil, en silencio, mientras yo laburo. Tampoco me dan ganas de hablar. Es como masajear al Sr. Burns. Tiene contracturas que parecen huesos. Encima de sus huevos hay un grano gigante que parece mirarme fijo. Cuando su pija se para deja ver, debajo del glande, una serie de verrugas, por lo que me pongo guantes quirúrgicos para tocarle. El tipo es un vómito. Nunca voy a acercarme a esa pija más que con guantes. Auto preservación se llama lo mío. No sólo por mí, sino por los otros chabones que vienen conmigo. Lo pajeo un rato así con aceite. La pija la tiene bien dura. Pero no acaba. Y se le va poniendo cada vez más roja. "No tiene caso" dice al fin, rompiendo el silencio "no voy a acabar". Se incorpora, se viste y se va, antes aclarándome, en el mismo tono ceremonioso "me gustó mucho el masaje, voy a volver en la semana, siempre de noche, te voy a llamar antes para que te prepares". A mí me da un escalofrío y después quedo cansado, como si me hubieran sacado medio litro de sangre. Me pregunto si toda mi energía, que es tan solar, puede bastar para compensar el trato con gente así de espectral. Me siento Chihiro en la casa de baños. Prendo una vela a los dioses de mi putez para que sea así. Ojalá venga pronto un macho solar que, con una pija radiante, me lo compense. Todo pasa con una buena pija.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

La cola abierta

Una pija demasiado grande

Joven tan joven que es dominante sin saberlo