Culito virgen de hétero paqui

 El seguridad obsesionado me llama a las 5:30 de la mañana, para ver si puede pasar a las 7. Cuando tengo su pija en la boca, me pregunta, como me pregunta siempre. "Te gusta mi pija?". Asiento con la cabeza, porque tengo la boca llena. Y él completa, con una sonrisa satisfecha "Te debe gustar en serio, para que me recibas tan temprano". Yo estoy despierto desde las 3:40, y acabo de terminar de hacer gimnasia, así que no fue ningún sacrificio, pero sí me gusta su pija y acabo de descubrir que, después de tantos años de comérmela, el chabón me sigue calentando. Así que le estoy dando vía libre. El pibe, feliz. Y yo también. La mejor salida de una obsesión sexual es que el obseso se canse de garchar, pero este chabón no parece cansarse. Por mí, y por el momento, todo bien. La estoy disfrutando. Me compensa muchos monstruos que me tengo que comer en la semana, tener un cuerpo así, joven, firme y deseante. Está lindo el guacho. Se la estoy chupando a mi ritmo, que es lento y soñoliento. Él me pide más velocidad. Se la doy. Él me agarra de la nuca y me marca una velocidad más rápida. Luego me suelta y yo mantengo su ritmo. El se reclina y resopla "qué buen pete que das!". Sabe que conmigo lo mejor son las órdenes claras y concisas, nada de telepatía ni timideces. "Chupame un poco las bolas". Se las chupo. Primero una, después la otra, después las dos juntas. Las tiene bien flojas, se debe haber estado matando a pajas. Me pide que le pase la lengua "debajo de las bolas, en el espacio entre las bolas y la cola". Me incorporo y le masajeo el perineo con el pulgar. "Sí, es ahí" me aprueba. Es el perineo, emperador de las zonas erógenas, porque desde ahí se masajea la próstata sin necesidad de penetración. "Pero con la lengua" me dice, y saca la lengua, haciendo la mímica de quien lame un helado "así quiero que hagas". Se lo hago. "Más abajo". Voy más abajo. "Sí, ahí. Más abajo. Más abajo. Más abajo". Hasta que me canso de vueltas, lo tomo por debajo de los muslos, le empujo el sacro hacia arriba y le meto lengua directa al culo, que es claramente lo que me está pidiendo. Otras veces se lo he negado, así que por eso me está llevando de a poco hasta ahí. Se lo chupo con gusto. Él la está pasando bomba. Me re cabe que su culito sea virgen. Que tenga esa confianza conmigo. Yo, que suelo ser tan pija floja, estoy al palo. La re disfruto. La energía del amanecer es la mejor para el sexo. Pero es él el que me calienta, no es el amanecer. Cuando estoy sirviendo a desconocidos es muy difícil que se me pare, pero con él es diferente. Con él estoy cómodo. Quién lo diría, que todavía pueda guardar estos restos de timidez. Pero sentirme tan excitado me reconforta. "Te gusta?" me pregunta. Yo levanto la cabeza y le agarro los pies, y se los llevo hasta mi pija para que la pajee en la en la postura hindú de badakona. Re dura la tengo. Se incorpora y me la agarra con la mano. "Suave" lo atajo, porque es medio bestia. "Fijate, así, no bajes demasiado el prepucio". Así el me pajea un poco mejor y yo lo pajeo también, y le lamo las tetillas y también encima del esternón, donde descubrimos hace tiempo que tenía una zona erógena. Me escupe cuando estoy encima de una tetilla. Yo dejo de lamerlo. Él se queja "dale, chupá". "Para, covid, sos un zarpado". "Si ya me estuviste chupando la pija, que también tiene juguito". "Sí, pero no era tu baba". Antes de la pandemia, cuando empezaba a obsesionarse, a él le re calentaba escupirme en la boca y yo lo dejaba hacer, porque me divertía su calentura, pero ahora es diferente. Me toca la cola. Me toca la pija. "Está durita" me dice, contento. Quiere que le vuelva a chupar la cola, y se pone otra vez como antes, en badakona con las piernas hacia arriba. Pero yo estoy empezando a perder la erección. Y no quiero perderla. Le digo que cambiemos de posición. "Sentate encima mío", le digo. Me acuesto boca arriba y el se me va a sentar con la pija hacia mi cara, pero yo lo corrijo "no, al revés", porque quiero que me atienda la pija. Me la toca bastante, pero así confrontado con la pija, es lo que le pasa siempre, se hecha para atrás. Bueno, es un paqui, un hétero, ya ha llegado bastante lejos conmigo y sin que se lo pida. Se concentra de pasarme la mano por los huevos y en masturbarme la colita como si fuera un clítoris. Bastante bien lo hace, me mantiene caliente. Y caderea encima de mi cabeza como un poseído, me refriega el culo por la cara. Y a mí, que lo suelo odiar, ahora que la tengo parada me encanta que lo haga. Aparte es limpito. Y es re virgen. Cero culo roto. Culito virgen de hétero paqui que conmigo se desencadena. No quiero ni pensar en garchármelo, porque ahí seguro que se me baja y la verdad que es un milagro lo que está pasando, para mí, que él me refriegue así la cola encima de mi cara y que yo siga tan excitado. Me agarra la mano y la lleva hasta su pija, tengo q abrazarle una pierna para hacerlo con comodidad, y así quedamos, re frenéticos los dos. Él masturbándome la cola como si fuera una concha, cada tanto volviendo hasta mi pija, pero siempre con la mano, y caderea como loco encima mío que le doy lengua y lengua, mientras le hago la paja. Hasta que saca la cola de mi cara y se inclina hacia adelante, para hacerme sentir cómo eyacula sobre mi pija, que todavía sigue parada. Cuando me incorporo veo mi pija llega de leche y bromeo "mirá, acabé". Después nos quedamos un toque discutiendo de política, porque estamos en bandos contrarios. Qué loco esto de las fuerzas de seguridad anti populares. Pero son chicanas y humoradas felices. Como si nos cargáramos amistosamente por nuestros equipos de fútbol. No podría ser de otra manera, tengo todo el olor de su sexo impregnado en mi cara. Él se ducha. Yo me quedo un poco más con el olor, por lo menos hasta que termine de escribir esto.  

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