Abuelito quiere tantra
Me lo aclaró desde el vamos. "Quiero probar el masaje tántrico". Resulta que me conocía de una encarnación previa, más seria, donde le había hecho "un masaje descontracturante fenomenal", hace ya varios años, y ahora me había encontrado en no sabía que página hot hablando de sexo tántrico. Y quería probarlo, porque la vez pasada no había tenido final feliz. Mientras le masajeaba los pies le expliqué el punto básico del sexo tántrico, que por ahí no le interesaba cuando lo conociera: el sexo tántrico implica la retención del semen. No acabar. No eyacular. Hay quien tiene orgasmos sin eyaculación. Pero éso es como el santo grial del sexo tántrico, una meta ideal que alcanzan muy pocos. Incluso el sexo tántrico sin acabar y sin orgasmos, tampoco es para todos. Porque si no sabés canalizar la energía, te podés quedar recontra tenso, incluso violento, y a mí, las primeras épocas que lo comenzaba a practicar, me llegó a dar fiebre. Así que no es para todos. Hay una adaptación occidental que te hace retener el semen durante un tiempo corto, media hora, una hora de subir hasta el punto del orgasmo y aflojar justo al borde, para ir a sensibilizar otras áreas erógenas, como los pezones, la parte interior de los muslos o la base de los dedos de los pies, para después volver a estimular la pija hasta el límite y así ir y venir hasta que los huevos te empiezan a doler de la cantidad de leche que acumulan y recién ahí acabar. Otra cosa que se puede hacer es que yo me embadurne de aceite todo el abdomen, que para eso lo tengo bien trabajado, y masajearle la pija con el abdomen. Hay muchas posibilidades entre una subida y una bajada de pija. Lo importante es la conexión con los sentimientos. Con el corazón. El tantra une la chota con el corazón, sino no es tantra. Por eso es que el tantra no es para todos, porque quizás no te interesa involucrar tus sentimientos. Pero los sentimientos del tantra, una vez que termina la sesión, no tienen que desembocar en un enamoramiento con quien hacés tantra, eso es de primerizo, sino que tiene que desembocar en un amor más general hacia todo el mundo. Es que el tantra es una especie de ceremonia religiosa. Sí, todo eso quería el abuelito. Bueno, genial, le dije, te vas a ir con tu experiencia tántrica. Igual antes me pasé bocha, pero bocha de tiempo intentándolo ayudar con un problema severo de retención de líquidos en los tobillos, que le estaba haciendo colapsar la piel en toda la zona, de la carga de linfa que llevaba. Estuve como cincuenta minutos haciéndole drenaje linfático, es que no lo podía dejarse ir en ese estado. El no le daba importancia, decía que no le molestaba, pero en poco tiempo estoy seguro de que la iba a empezar a mal en serio con ese problema. Le drené toda la linfa que pude, que no fue toda, pero algo fue, le enseñé un par de ejercicios para hacer todos los días y también varias otras recomendaciones. Sentía que ese viejito podía ser mi viejo. Me daba mucha pena que estuviera en ese estado. Y ganas de protegerlo de alguna manera, porque él era muy inconsciente de las consecuencias de lo que le pasaba. Cuando le llegué a la pija no reaccionaba con nada. Probé elongando, golpecitos, mano amorosa, todos mis trucos. Inconmovible la chota. Descarté en seguida metérmela muerta en la boca, estos viejitos eyaculan sin tener erección y, como uno está desprevenido, termina con la boca llena de huasca. Probé tanteando un dedo hacia la cola y bingo. Era ahí la cosa. Empezó a mover la cadera despacito y abrirse de gambas, para que entrara mejor. Bastante estrecho el ojete del viejo. No era un hoyo destrozado por los gang bangs, como el mío. Me puse un poco de aceite en las dos manos y volví al asunto. Una mano a la pija, a ver si reaccionaba, y otra al culo, a ver si entraba sin dolor. La pija nunca reaccionó, pero el culo se abrió. El viejo fruncía y aflojaba el esfínter que era un gusto. Se ve que la gozaba. Lo miraba gozar, muy serio, con los ojos cerrados, y me llenaba de ternura. Mis deseos de protegerlo seguían ahí, mi corazón estaba abierto. Me imaginaba que alguien así de indefenso podía caer en las manos de algún escort desalmado y se me partía el corazón. Yo ya le había alcanzado la próstata y se la acariciaba con su dulzura, el, por su parte, había ido estirando la mano, queriendo tocarme de alguna manera y había terminado agarrándome un pie. Y yo ahí, sabén qué? Me di cuenta de que me estaba excitando. Me miré la chota y ya la tenía toda amorcillada. Mi pija estaba queriendo que el viejito me la toque. Y ahí es como yo, que estuve tan conflictuado por que la pija no se me paraba en momentos de sexo desenfrenado, realmente hot, terminé recordando que, todos los casos en que la pija se me ha parado en serio, eran los sentimientos más dulces los que estaban involucrados. Mi pija, mi erección en particular, yo descubría, yo volvía a entender, porque ya lo había sabido antes y luego lo había olvidado, dentro del frenesí de lechazos que es mi vida, es una pija de sexo angélico, no demoníaco. No me excita degradar, como a tantos machos. Me excita proteger, ayudar, las emociones gentiles. No es una pija de macho la mía. Tampoco es una pija de puto, como sí es de puto mi culo. Pero, ahora que me acomodaba al lado del abuelito tan frágil, para que me agarrara mejor la chota, mientras le acariciaba, desde adentro suyo, la próstata, me daba cuenta que era esta piedad que sentía por él, por su fragilidad, por el tacto tímido y suave con que me empezaba a hacer la paja, que era todo eso lo que hacía que mi pija tuviera esa erección tan dura que en otras ocasiones me había torturado no poder llegar a tener. Le daba instrucciones dulces acerca de cómo no tenía que bajarme mucho el prepucio para mantener la erección y recordaba en silencio otras ocasiones, de muy joven, en las que había sido amante de un viejo de casi noventa años, y de cómo eso me excitaba de una manera que nunca, pero nunca lo hubiera imaginado. Qué loco que es todo, qué loca que es la sexualidad. Porque no me gustan los viejos. No es que pueda venir cualquier viejo y que a mí me pase eso, es sólo con algunas personas que me provocan esa empatía que, al abrir mi corazón, me para la pija. Me pasa también con algunos pendejos de corazón transparente. Tengo la pija de un ángel, no de un demonio. El abuelito se me puso en cuatro, el culo para arriba, para poder chupármela. Yo le cambié el dedo de la próstata, por la posición, pasé de tener insertado el mayor, a meterle el pulgar. Él ya tenía el agujero tan abierto que el cambio pasó sin esfuerzo. No era muy bueno chupándomela, le sentía los dientes, el viejito de noventa años de mi juventud se sacaba la dentadura postiza para hacérmelo. Nadie me la chupó mejor que él. La erección como vino, se fue, y el abuelito se empezó a poner todo rojo, por tener la cabeza tanto más abajo que sus caderas, así que, por su seguridad, porque tenía antecedentes de hipertensión, se volvió a recostar boca arriba en la camilla. Y nos quedamos acariciando un rato, le pregunté si quería acabar antes de irse, sabiendo ya que me iba a decir que no, porque nunca se le había parado. "Estoy bien así gracias" suspiró "hacía mucho que no me sentía tan relajado". "Querés que te toque el cuenco tibetano?" "Qué es?""Te va a ayudar a sentir cómo la energia queda flotando en todo tu cuerpo". Y así me volví a ubicar en mi posición del principo, a los pies de la camilla, y toqué el cuenco hasta que su sonido puro llenó toda la habitación. Luego nos quedamos en silencio.
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