Tan puto
Hace durlock en obras de Puerto Madero. Se queja de que son unos miserables que, aunque estén llenos de guita, nunca les pagan a tiempo. Pero no le ha faltado laburo. Le digo que se sienta cómodo, como en su casa. El se ríe "si estuviera como en mi casa, ya me estarían insultando". Este se toca los huevos todo el tiempo, me dice que en su casa lo hace todo tiempo, cuando mira la tele, por ejemplo. Es fanático de Iron Maiden, ya los fue a ver ocho veces. Tiene tatuados los nombres de sus hijos en los brazos, otro más. Es muy común, esto. También vi uno que tenía tatuado en la cerviz, debajo del cuello y entre firuletes, "mamá". Le gusto, se lo veo en los ojos. Al principio de todo, antes de ponerle aceite a él, me pongo aceite yo, en el pecho y en el abdomen y los ojos le brillan cuando lo hago. El masaje dura poco, me doy cuenta que le cabe la adoración de pies, cuando le pido que apoye su pie en mi pecho y al toque se le pone gomosa, así que le propongo hacerle el masaje de talones con boca, lengua y labios, y ahí se le termina de parar. Y pasa como con el pibe de ayer, que nunca se le vuelve a bajar en todo la sesión. Una hora al palo, el tipo. "Mirá cómo se te puso" le digo, tirándole el prepucio hacia atrás para despejar el glande. En la punta del glande puedo ver cómo brilla una gota de presemen. Mojo mi dedo mayor en su presemen y se lo bajo hasta el frenillo, donde le hago unos movimientos circulares. Esta pija se parece a la inmediatamente anterior que me comí, porque también está inclinada hacia la izquierda, pero es un poco más corta y más gruesa. Vuelvo a mi posición de masaje, para hacerle los gemelos, y repito la postura de adoración que practiqué con el motoquerito de hace unos días, con la mitad de sus dedos sobre mis labios, pero si el motoquerito era suave y delicado, este es más bestia, y me aplasta la cara con fuerza y siento la resistencia que hacen mis cervicales para soportales. No le importa mucho que le esté masajeando los gemelos, empuja y me mete los dedos en la boca, yo se los quiero chupar, pero el los mete y los saca, como si me cojiera la boca con sus dedos. Y me mira todo el tiempo, con una sonrisa torcida. La pija ya está ahí, inconmovible en su erección. Me entrego a que sea él quien domine la posición y abro bien la boca, para que pueda meter y sacar todo lo que quiera, y cuando puedo le meto lengua a los espacios entre los dedos. Tomo el pie por el tendón de aquiles y me refriego la planta contra la cara, mordisqueando su metatarso y lamiéndolo. Bajo la pierna y veo que la pija está tan erecta, que no puedo sino tocársela. El la agarra con una mano y la inclina hacia mi lado, con el designio claro de que me la meta en la boca. Lo hago. Se la empiezo a mamar. Lento. Él suspira y se deja hacer. A todo esto, no le hice casi nada de masajes, apenas un poco los pies y un solo gemelo. Le pregunto si quiere que me quede con la pija o que siga con el masaje. "Seguí con la pija" me dice con voz ronca. Sigo un buen rato, tiene el largo exacto para que me entre hasta la garganta profunda y cuando me la mando hasta ahí, él me agarra la cabeza y empuje la pelvis hacia adelante, para mantener su glande en la garganta. Hasta que no aguanto más y me suelto y sigo con el ritmo de mamada. Me pide que le chupe los huevos, los tiene metidos casi enteramente bajo la piel, que es muy gruesa, tengo que aplicar mis labios y succionar con fuerza para empezarlos a hacer sobresalir. Me lastimo un poco los labios con sus pelos, que son hirsutos, pero logro que los huevos sobresalgan un poco y me aferro a ellos con los labios y sigo succionando. Esto al tipo le encanta, desde la posición en que estoy puedo verlo en escorzo, por detrás de la pija parada y su glande colorado, veo su cara gozando y sus ojos entreabiertos, que me miran. Estira una mano para tocarme la cabeza y acariciarme las mejillas. Me copan estas muestras de afecto con el tacto. El tipo tiene cancha. Como levanta cada vez más las piernas, asumo que quiere que le chupe el culo también. No son cosas que haga, cuando me lo piden yo se los intercambio por el masaje en el esfínter con aceite, que es un buen sucedáneo. Me incorporo para proponérselo, pero le veo el agujero tan limpito que pienso, bueno, está bien. "Querés que te chupe la cola?" siempre pido permiso. Claro que quiere, me está mostrando el culo ahí servido para que le meta lengua. Sin pensarlo más me lo pongo a chupar y de ahí ya no me voy a ir por mucho mucho tiempo. La mayor parte de la sesión es con mi cabeza pegada a su culo, mientras voy acomodando mi cuerpo para que él pueda tocarme con comodidad todo lo que quiera. Primero se agarra de mis tetillas, que las debía tener en la mira desde que me vio aceitarlas, luego me manotea el bulto, así que me saco el suspensor como puedo, para dejarle la vía libra. En un primer momento me la pone medio dura, pero nunca llego a una erección completa. Esto me provoca todo un dilema, en relación con mi putez. Porque intenta un buen rato parármela, y no lo logra, y yo siento que lo defraudo, por ser tan poco hombre. Uno de esos putos que se han vuelto tan putos, que no se les para. Porque no es que no me caliente la situación, me calienta. Pero no se me para, no soy hombre suficiente. Y esto, curiosamente, me hace sentir mal, y cada vez más lejos de una erección. Mi culo está a mano, me masajea el esfínter, tan usado que parece una vagina con su clítoris, y yo ya estoy, con esto de ser casi un puto castrado, en un viaje de autodesprecio tremendo, y saco por un momento mi cabeza de su cola y medio como que me disculpo "mi culo está muchísimo más usado que el tuyo". A él parece no importarle, a él nunca se le bajó, el tiene la pija parada de manera ininterrupida desde hace bocha de tiempo. Es por esto por lo que los putos somos tan inferiores a los verdaderos hombres. Es por esto que está bien que tenga que asumir mi posición de servicio. Asumirme y hacerme cargo del lugar que me toca. Soy un puto y mi lugar es a los pies de los hombres para servirlos. Si uno se hace cargo de lo que es, las cosas son más fáciles para todos. El poder está en la pija que se para. El tipo éste va desde mi culo hasta mi pija, lo sigue intentando, y yo le sigo chupando el culo, porque no me ha dicho que parara y su pija, veo, sigue tan firme como siempre. Pero firme al punto de que nunca ni siquiera se amorcilló. Cuando se cansa de la postura y apoya la pelvis, yo quedo con mi cabeza abrazada entre sus muslos, con la pija a la altura de mi boca y la indicación de volver a darle al pete. Me agarra la cabeza y me sacude los pelos, mientras se la mamo y, con uno de sus pies me estimula, primero el ano, luego la pija y las bolas. Se incorpora un poco, apoyando la espalda contra la pared y se queda mirando cómo se la mamo. Arriba y abajo. Arriba y abajo. Quiero compensar con mis dotes de puto, todo lo que no puedo hacer por no ser enteramente un hombre y tener la erección que él quiere. "Te puedo cojer despacito?" me dice. Obvio, cómo no me va a poder cojer. Lo único que faltaba, que no pudiera ni siquiera cojerme. Yo ya me siento lo peor de lo peor a esa altura. Al chabón nunca se le baja. Le pongo gel en la chota y se la masajeo. Le pongo el forro y un poco más de gel encima del forro y se lo masajeo un toque más. Me gustaría practicar la posición que salió ayer tan bien con el chico del corazón roto, pero quiere pararse y cojerme desde atrás, no quiere darme el control. Primero no sólo no entra, sino que me duele. Así que me paro con las piernas bien abiertas y enfilo la chota en el ano, el pega un caderazo y me hace ver las estrellas. Le pido por favor que vaya más despacio, pero el tipo está impaciente, la pija ya está entrando y no creo que no le importa que me duela. Se la agarro de la base, sosteniéndole la pelvis para que deje de empujar, y le ruego "dejame, por favor, que me la meto yo toda hasta que se abra, vas a ver", es un ruego desesperado el mío. Accede, por unos momentos, a quedarse quieto, sin empujar y yo, como si me fuera la vida en eso, empujo la cola suavemente hacia su pelvis, para que todo el tronco de la pija se vaya deslizando dentro mío, hasta sentir que el tacto de sus pendejos sobre mi raja. Esto no me lleva más de unos segundos, pero unos segundos cruciales, en los que puedo abrirme más allá del punto crítico. En cuanto siente que ya está toda adentro empieza a caderearme con decisión y yo no puedo evitar gemir. Es placentero para él. Para mí? Para mí, es raro. Es mi deber y estoy contento de haber pasado bien el momento de la penetración. Me hace cerrar las piernas y quedo con las piernas bien juntas y esforzándome por mantener la espalda arqueada y la cola bien hacia arriba, así siente bien la cola. Mi disfrute está en poder mantenerme así, quieto y firme, para que él pueda gozar. Yo me siento completo porque él goza. Pero mi cuerpo, es como si no fuera mi cuerpo. Lo siento. Cuando sus movimientos se van haciendo más rápidos, más violentos, siento su pija dentro de mi cuerpo, pero no la forma de su pija, es esa percepción difusa que nos da el sistema simpático del interior nuestro. Y su pija, siente que se para más, la siento rígida, como se mueve dentro mío, como si fuera un alien, pero no es su forma lo que siento, siento la dureza de eso que se mueve adentro mío, y es todo tan rápido, él se mueve tan rápido que no tengo capacidad de percibir más que la extrañeza de sentir que mi cuerpo ya no es mi cuerpo, mi cuerpo es algo que tiene él en su posición, bajo el dominio de su goce. Mi cuerpo es suyo. Eso siento. Que dejó de ser mío, por esos instantes y pasó a su posición. Ahora entiendo eso que dicen los gallegos de "la posesión sexual". Entregar el cuerpo. Pero esto lo pienso ahora que lo escribo, en ese momento sólo siento la extrañeza de todo, y esa sensación de algo duro que se agita dentro mío, hasta que lo escucho vociferar y darme más duro hasta que acaba y se queda eyaculando dentro mío. Da unos pocos caderazos extra, más sosegados, antes de sacar la pija, el forro todo manchado de caca, otra vergüenza más. Se lo quito con papel higiénico. El va a lavarse a la ducha y cuando sale dice que la pasó muy bien, que fue un buen polvo.
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