Me lo mandó la novia
Es bajito, bien vestido y está nervioso. Antes de sacarse la ropa, se frota las manos y me pregunta "explicame cómo va a ser esto". Es raro, porque lo acabamos de hablar por teléfono. Igual se lo repito y le ofrezco una percha, por si quiere colgar la ropa. Se saca la ropa y se acuesta desnudo en la camilla y me cuenta que desde que está saliendo con una novia mucho menor que él, muchos prejuicios que él tenía se los ha empezado a sacar de la cabeza. No le pregunto la edad, pero ha pasado ampliamente los sesenta años. Y la novia lo debe estar matando a polvazos. He conocido casos así. Por las contracturas de uno de los pies juraría que está, de a poco, incubando una insuficiencia cardíaca. Le pregunto si tiene problemas de corazón y me dice que no, así que lo dejo ahí y no vuelvo a sacar el tema. Ha sido a partir de una serie de charlas y planteos de la novia que finalmente se ha decidido a tener una experiencia con un masajista varón. No le importa tanto el masaje, sino el acto sexual. Pero quiere el masaje, porque está muy nervioso. La novia, me sigue contando, quiere hacer un trío y él, bueno, él no se anima todavía, como tampoco se animaba a venir conmigo. Ya me había seleccionado, en el catálogo de masajistas, por la descripción de mi servicio, que parece hacía contraste con los otros chabones entre los que podía elegir. Ya me había hablado antes, me cuenta, como hace un mes, "iba a venir, pero, en un momento, me dije ¡no, qué estás por hacer! y me tiré para atrás y no vine nada. Y ahora... bueno... ahora..." bajando el tono de voz, como quien anuncia su propia muerte "ha llegado el momento..." El tipo es muy articulado, muy reflexivo, se maravilla de su propio proceso de liberación sexual tardía, es como si garchar con esta pendeja le estuviera haciendo recorrer en pocos meses todo lo que no garchó en su vida. Pero tiene aprensión, así que voy re tranquilo con él. Y también mal olor, así que a mi tranquilidad se le suma mi desmotivación sexual, porque no hay nada que me quite tanto la inspiración como la gente sucia. Ha pasado gente humildísima por mi camilla, pero pulcra, y en los barrios más recoletos de Buenos Aires he tenido mis experiencias más desagradables en relación a la higiene íntima. A veces pienso que es un fetiche de los barrios altos, la mugre. Olor a pata, olor a pija y a culo, el tipo era un asco. La pija no se le para durante el masaje, pero en cuanto la empiezo a tocar de manera directa responde rápido. Pasa como casi siempre, que cuando una pija se empieza a parar en mis manos, tiendo a perdonar los defectos de cualquier varón. La pija me puede. Esta no es una fea pija, linda forma, lindo tamaño, nada desmesurado, pero simpático. No se le descorre el prepucio y, cuando ya la erección es completa, él me corre la mano para volver a subírselo sobre el glande, que mostraba la cabecita. Así que a la lista de mugres sumémosle todo el quesillo que debe acumularse debajo de esa pielcita. Qué horror que son algunos chabones, qué poco amor por sí mismos que es la falta de higiene. El estómago que debe tener la pendeja para garchárselo todo el tiempo, mega guarra la piba. Cuando bajo mi mano sobre el perineo, el tipo lanza exclamaciones de excitación, así que encaro para la cola y él aprueba "sí, ahí es, sí, quiero que me toques ahí". Ahí lo toco y lo sigo pajeando, hasta que él me saca la mano de la pija, porque va a acabar y me la pone en sus tetillas. Me quedo con una mano en el ojo del culo, nunca penetrando, y la otra en las tetillas. El tipo, feliz. "Me gusta. Esto me gusta", comenta, como observándose de lejos a sí mismo, como a un caso clínico. Levanta la cabeza y se me queda mirando, los ojos turbios de deseo. Me pregunto que querrá, no se la pienso chupar, con todo esa mugre que debe tener adentro. "Te puedo tocar?" dice, al fin. Y yo "claro, esperá que me acomodo al lado tuyo". Y repito la misma posición que hice unos días atrás con el motoquerito que tanto me gusta, recuerdos que quizás me ayuden a excitarme. No hace falta tirar muchas imágenes para excitarme, porque el tipo me pajea re bien. Qué lindo que es cuando alguien te sabe hacer la paja, no es tan fácil como pareciera encontrar a alguien así. O debe ser que mi pija es de tacto delicado. Al toque estuve al palo. Hay algo en su mirada que me excitaba. Y cuando encuentro algo que me excita, voy a fondo. No me copa que mi pija sea más grande que la suya, porque esto a muchos chabones los desmotiva. No es muy grande en sí, mi pija, pero en relación con otras, a veces, contrasta, y no está bueno, porque les baja la autoestima, y no da, no los estoy sirviendo para eso, justamente, mi misión es que cada hombre se sienta enaltecido en su propia masculinidad, y por eso la suelo tener guardada, a menos que me pidan otra cosa, como ahora este tipo, que no parece preocuparle demasiado que la mía parezca más grande que la suya. De hecho, cambia toda la actitud, como un perrito apaleado, me pregunta si me la puede chupar. "Sí, claro" concedo rapidísimo y me pongo cerca de su cabeza, para que la agarre con la boca. Primera vez con una japi en la boca, el chabón. Pésimo. Le digo "abrí bien la boca, que entre bien", pero claro, el tipo no puede, o le da impresión. Yo quiero entrar, básicamente, para proteger la erección, pero el chabón es malísimo. Pobre, pienso yo, y le doy instrucciones que él sigue a duras penas. En un momento se acuerda de su propia pija y se la manotea y empieza a pajear, mientras intenta seguir mis indicaciones. Ya mi erección es un recuerdo feliz para ese entonces, pero ni aún así el tipo se decide a metérsela entera. Para sostenerse me agarra de la cola y yo pienso "la estoy cuidando tanto a mi cola, que esté limpia, depilada, cuando sólo están viniendo chabones que lo único que les importa es mi pedazo", lo que no hace más que bajármela aún más. Está un buen rato chupando ese pedazo de carne floja. Yo lo miro desde arriba y lo veo metido en su propio mundo de imágenes mentales, yo no existo, no hay conexión alguna, soy sólo esa cosa triste que tiene en la boca. Hasta que se suelta y se tira de espaldas, exhalando largo y yo me vuelvp a colocar al lado suyo, como antes y a tocarle la cola, para que no haya tiempo muerto. "Estás bien", le pregunto. "Me gusta mucho! Me gusta! Entendés? Me gusta!" me decía, pero no lo decía feliz, lo decía como atormentado. "Bueno" intento calmarlo yo, mientras le manoteo la pija para pajearlo mientras le toco la cola y que la excitación le aleje el sentimiento de culpa, "es lo más normal del mundo, muchos hombres sienten placer enla cola". "Es que es lo que me pasa siempre! Me late la cola!" Y lo repite como quien dijera que le habían descubierto un tumor maligno. "Me late la cola!". Y diciendo eso se pone a gemir y a retorcerse y tiene un orgasmo que se parece más a una crisis cardíaca que a otra cosa. Lo miro, alerta, por unos segundos, para ver si sigue respirando con serenidad. Los colapsos cardíacos a veces suceden cuando pasa el momento de tensión y el cuerpo se relaja. No pasa nada, suspira y se incorpora. "Muy bueno" es el veredicto. "Muy bueno todo". Y luego baja la cabeza, como si hubiera atravesado una gran derrota, con si anunciara la muerte "ha sucedido lo que tenía que suceder". Mientras bajamos por el ascensor le pregunto cuándo va a volver a ver a la novia, "ahora, el fin de semana" me dice. Yo le respondo "mandale saludos a tu novia, decile que te cuidé".
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