Librero freak
Todavía me río. Me había pedido un tratamiento serio de drenaje linfático en pies y piernas. "Pero que sea serio. El dolor no me deja dormir". Así que repasé los apuntes, para refrescarme los puntos sensibles y le hice una mezcla especial de aceite para el caso. Vive de noche y quería a las 3 de la mañana, pero lo aterraba el barrio. Quedamos que me llamaba a las 5, para pasar a las 6, cuando le aseguré que a esa hora estaba todo bien. Ya había venido otra vez conmigo, hacía varios años, pero yo ni ahí que me acuerdaba de él. Me pidió que corriera las cortinas, así no había mucha luz, porque era la 2da vez que venía con un masajista varón, y le daba vergüenza, la 1ra vez había sido aquella otra sesión conmigo. Cuando se desnudo vi que no tenía ni las piernas ni los pies demasiado hinchados, pero sí una chota grande y circuncidada. Igual le hice el drenaje como hay que hacerlo, pero él se impacientó y me acalaró que, en realidad, donde le molestaba era en el muslo interno, hasta la ingle. Es cierto, es el punto sensible de ese tipo de masaje, pero ya sospechaba que lo suyo era todo una farsa. Me tomé mi tiempo para llegar hasta ahí, igual, le fui drenando toda la linfa que pude y, claro, cuando me puse a hacerle los muslos y masajearlo en la ingle, se le empiezó a hinchar la chota, y el exclamó "Ahí, sí, es justo ahí donde más me molesta!". Y ahí, me puse a trabajarle la molestia, de un lado y otro de la ingle, hasta que la tuvo bien parada, entonces le puse aceite en la chota y le masajeé la pija, los huevos y seguí con la ingle también. El empezó a gemir y se puso re puto. De golpe, cuando se excitó, le salió una voz de maricona tremenda, muy muy diferente a la que venía usando hasta entonces y ahí lo recordé de la otra vez, pero como la maricona que era cuando se le caía la careta de librero respetable. Muy verbal era la trola, se ve que le calentaba escucharse hablar como el tremendo putazo que, insospechadamente, le latía en el fondo de la cola. Me levantaba las patitas para que se la tocara, así que allá fui. "Ay, qué me hacés! Loco! Sos un loco! Qué me querés hacer? Me da miedo! Seguí! Seguí!" El ano lo tenía bastante entero, bien cerrado, así que posiblemente fuera cierto esto de que no tenía casi experiencia con varones. Pobre tipo, la verdad, ser tan tremendo putazo y llegar a grande con el culo intacto, pero mejor tarde que nunca. Hoy se iba a ir con un orgasmo anal. Cuando me calcé el guante quirúrgico emitió un pequeño alarido de pánico "No! Me da miedo!". Y yo lo calmaba "relajate, tengo tacto de cirujano". "No! Me va a doler! Seguí!". El tipo estaba que volaba y se retorcía en la camilla, mientras yo le ablandaba el culo, para ver si podía seguir entrando, pero la verdad que no daba, porque lo tenía demasiado cerrado y no quería cortarle el mambo con una puntada de dolor, porque el tipo la re gozaba y se ponía cada vez más y más maricón. "Qué te gusta? Decime! Qué te gustaría hacerme?" Qué pregunta, el chabón quería que me lo garchara, seguro, cosa que no iba a hacer, así que me fui por la tangente "Me gusta verte gozar. Te gusta lo que te hago, putito?". "Síii! Cómo me excitás! Pero me da miedo! Te reís! Por qué te reís! Te estás riendo de mí! Malo". "No me río con vos" le aclaro "veo que te reís y me río con vos". Ahora pienso que, en realidad, quizás le hubiera gustado que yo le confirmara que me estaba riendo de él, para subirle un poco más el morbo de verse humillado por ser tan puto. En un momento, no pudo más con la calentura y se agarró él su chota y se empezó a pajear, tirándome imágenes de sus fantasías sexuales mientras yo seguía ablandándole la cola a buen ritmo. "Hacés clientas también? Qué les hacés? No podés preguntarle a alguna de tus clientas que nos mire mientras me das un masaje? A un cliente varón también le podés pedir? Pero el único que me puede tocar sos vos, eh! Se tiene que quedar quieto y mirar nada más" Yo le decía a todo que sí, porque quería que el chabón se comiera todo el viaje."Me vas a enseñar cosas? Me vas a enseñar todo?". "Sí, si vos sos un buen alumno te voy a enseñar todo" le digo "pero tenés que ser muy obediente, porque si no me voy a enojar". "Síii! Voy a ser muy obediente, te lo prometo! Me vas a atar también, eh? Malo!". "Sí" le dije, "te voy a atar las piernas y manos, y no vas a poder hacerte ni la paja". Cuando le dije eso se empezó a pajear todavía más fuerte, desesperado "y quién me va a hacer la paja, entonces?". "Yo te voy a hacer la paja" "Y el otro cliente se va a quedar ahí quieto mirando?" "Sí" "Pero que se quede ahí quieto mirando! El no me puede tocar! Sólo vos!". "Sí". "Bueno, besar, él me puede besar! Te gusta besar?". "Sí". "Y la leche? Dónde te gusta la leche?". "La leche me gusta que salte bien alto y se estrelle contra la pared", yo le tiraba imágenes así para incitarlo a que soltara el lechazo. "Y qué vas a hacer con la leche?" "Te la meto por la cola" "Cómo?" El tipo ya se pajeaba a un ritmo frenético. "Con la mano". "La leche me la metés en la boca?" "Bueno" "Y después nos damos un beso de leche?" "Dale" "Con tu cliente! Con tu cliente también! Nos damos un beso de leche! Te gusta besar?" "Sí" "Me vas a decir cuando pueda venir y esté tu cliente para que me vea así?" "Sí" Y ahí al tipo tantas imágenes juntas le quemaron todos los cables, se retorció todo y soltó la tan mentada leche "Ah ah ah, cuidado, cuidado, que soy muy sensible!" me dijo para que le sacara la mano de la cola, que en realidad nunca había entrado. Yo me disponía a limpiarle todo el semen que tenía en el abdomen, pero al chabón, una vez que había largado el lechazo, le dio un ataque de vergüenza, o mejor dicho, la misma vergüenza que tanto lo excitaba mientras tenía la pija parada, ahora, que ya se le había pasado la calentura, era vergüenza pura y dura, "qué tremendo, las cosas que me hacés hacer, estoy lleno de semen, esto es un papelón", dijo, calmándose, mientras la voz volvía paulatinamente a sus tonos de masculinidad estandard. Era tanta la vergüenza que tenía que ni siquiera quería limpiarse el lechazo con papel "yo mejor me visto rápido y me ducho en casa". Yo lo atajé "aflojá, amigo, relajá un toque, que te mandaste flor de lechazo, yo veo cosas así todos los días". El chabón se resignó a que lo ayudara a limpiarse un poco la leche, mientras me comentaba "sí, las cosas que debes ver vos, deben ser como para escribir un libro". "Sí, o un blog", le respondí.
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