La voluntad del glande

Vino en moto desde Belgrano, sólo para hacerse el masaje. Era físicamente algo repulsivo, me hacía acordar a la descripción que hacía Dickens de Uriah Heep, el villano de David Copperfield. Pelirrojo, piel muy blanca, el cuerpo en forma de lágrima o de pera. Y la cara tenía como los contornos derretidos hacia la barbilla, que se confundía con un comienzo de papada. Ojeras profundas, como si la energía se le hubiera ido a pajas, acento vagamente madrileño y una expresión lastimosa de zozobra constante. Lindas zapatillas, sin embargo. Y no tenía mala onda. Lindas zapas y buena onda, eso rescataba. Parecía un villano de Dickens, pero sólo físicamente, porque su trato era bastante agradable. Con problemas cervicales severos, pensé que le había descubierto un nudo en el cuello, pero era un quiste sebáceo. En todo su cuerpo había quistes sebáceos y granos. Se quedaba callado, con los ojos cerrados. No me daba ninguna indicación, ni nada que se le pareciera, mientras le trabajaba encima. Era un cuerpo inerte que tenía encima y que iba subiendo encima mío por partes, para revisarle músculo por músculo. Para pararle la pija volví a utilizar el método de elongación del cuerpo cavernoso, siempre hacia abajo, e ir drenándole sangre de a poco. Eso hace que los chabones sientan que sus pijas se hacen grandes y poderosas. Y una vez que perciben que sus pijas son grandes y poderosas, es un círculo virtuoso, porque eso hace que se les pare más. Psicología masculina. A este muchacho le hacía falta un subidón en la auto estima. Sólo hay que voltearlas hacia arriba una vez que están bien paradas, porque hacia arriba se perciben más chiquitas, y es contraproducente. Se pueden también inclinar hacia el costado y abajo, para apoyarlas sobre la articulación coxofemoral y ahí darle golpecitos con la yema de los dedos, para ayudar a que el cuerpo cavernoso se vaya poniendo más y más rígido. Después le fui trabajando la base de la chota, empujándole la piel desde ahí y dejando que la pija sola se le sostuviera, también por esto mismo de la auto percepción del peso de la pija, que así parece mucho más pesada y, a la par, porque los movimientos de vaivén, que yo le hacía desde la base, iban descorriendo el prepucio sin necesidad de tocarlo directamente, haciendo  que el glande se asomara de forma paulatina, con una voluntad propia aparente. ¡La voluntad del glande, dando la impresión de amenaza y poderío! Todos juegos perceptivos con la pija para calentar al macho. La técnica me funcionó bien con Uriah, y había segregado el suficiente presemen como para que pudiera utilizarlo para lubricarle el frenillo. "Ay, Dios!" escuché que decía, gozándola. Ahí ya pensé que tenía resuelto el polvo, pelé aceite, se lo tiré en la chota y empecé a jugar con el joystick, pensando cómo, cuando se les para la chota, hasta el chabón más repulsivo redime su fealdad. No hay varón feo si tiene la pija parada delante tuyo. Una pija parada embellece hasta al más monstruo. Me estaba enterneciendo al pensar estas cosas cuando, para mi más profunda desesperación, comencé a notar que la erección se me ponía toda mustia en las manos. La pija se me iba doblando y el glande poniéndose cada vez más chiquito. Eso era un desastre. Yo había decidido no metérmela en la boca, si podía evitarlo, porque el pibe me daba un poquito de asco, pero visto y considerando el desastre en curso le dije la fórmula usual "me la meto en la boca, sin forro, pero no me acabás adentro, ok?". Sí sí, consintió el chabón. Y así me la metí y le hice un tratamiento muy delicado, no haciendo casi presión, porque si le hacía presión con los labios podría percibir lo blanda que se le había puesto y eso darle un sentimiento de impotencia y precipitar aún más la catástrofe. Pero salimos adelante  y la pija se me puso firme en la boca otra vez. No se pueden imaginar mi alivio. Es ahí que, finalmente, me dijo "no te molesta si te pido una cosa?" No, claro, cómo me va a molestar. "Puedo ponerme tu pija en la boca? Me apetecería masturbarme hasta acabar con tu pija en mi boca. Aunque no lo creas, nunca he tenido una pija en la boca" se lamentó, tapándose la cara, avergonzado. Le dije que no tenía ningún inconveniente, pero que no estaba muy excitado. Se la podía meter y trabajarla, a ver si lograba que se me pare. "No hay problema, lo probamos así, estoy tan excitado que no creo que me tome mucho tiempo acabar". Y mientras yo me sacaba el suspensor, pensaba, pobre pibe, era tan tímido que no se había animado a pedirme ni siquiera que me quedara en pija desde el principio de la sesión. Así desnudo me acerqué hasta su cabeza y él se puso de costado mientras me agarraba la pija, me miró me de reojo mientras le daba indicaciones: tratala con cariño, dale besos, que responde al amor. Y lo vi al pibe tan vulnerable ahí, con la boca abierta, acercando los labios por primera vez a una chota que ni siquiera estaba parada, que juro que me dio un morbo repentino e insospechado y se me empezó a parar. Ahí, a partir de mi morbo, me cayeron todas las fichas juntas. Este chico era un sumiso, había estado todo el tiempo esperando que yo abusara de él, lo utilizara. Generalmente esquivo este tipo de situaciones, porque no me gusto a mí mismo cuando me pongo sádico. Cuando la voluntad del glande toma control y me arrastra detrás suyo. Ya me pasó, hace varios años, con un chabón al que le seguí la corriente y lo súper castigaba con la pija, y lo pisoteaba y todas esas guarradas humillantes que les gustan a los sumisos más arrastrados. Y el chabón había flasheado y se obsesionó y me empezó a joder y joder para que lo siguiera castigando. Pero yo le corte el rostro, porque, ¿saben qué? Yo no soy así. Ni quiero serlo. Mi voluntad de servicio no llega hasta tanto, como para convertirme en un sorete sólo porque al otro le guste que lo maltraten. Pero la sumisión de este chico no llegaba hasta ese punto. Este pibe se sometía con dulzura y tristeza, y por ese lado me podía llegar a conmover. Sacó una lengua muy tímida y con la punta me tocó los huevos y ahí mismo se fue en leche, acabando en seguida. Eyaculador precoz, lo único que le faltaba, pobre. ¡Me dió una lastima! "La próxima vez", le dije mientras se limpiaba "avisame desde el principio y encaramos con toda otra estrategia, querés?". Y me quedé pensando en un pibe que siempre viene, un chonguito bien petiso, feo y pijudo, pero dulce como un primer novio y con el que me recaliento y terminamos siempre chupándonos las pijas, como dos lesbianas, tanto que a veces tengo que decirle que pare, porque me puede hacer acabar y yo, bueno, yo no acabo nunca, así siempre estoy bien caliente para complacer a quien venga. Lo loco es que me mandó mensaje al rato, debe haber sido telepatía.

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