La cola abierta
El seguridad que está obsesionado conmigo descubrió la manera de hacerme bien la cola. También me la descubrió a mí, porque les tengo que confesar que, a pesar de haber servido miles de machos, de todos esos kilómetros de poronga que llevo deglutidos en mi larga vida de servir como puto, el placer que he sentido al ser penetrado ha sido la mayor de las veces imaginario. Me ha gustado la idea de ser penetrado, porque es la forma más perfecta de ser dominado por un macho. Lo que ellos consideran que es el mayor placer que pueden sacar de estar con un puto. Hacerme bien la cola. A mí me ha dolido horrores, pero la sola idea de estar sometido así al deseo masculino me bastaba para sentirme feliz. Una puta frígida, incapaz de gozar, pero muy atenta al goce del otro, eso es lo que fui. Como ya lo he dicho hasta el cansancio, he entregado la cola hasta el hartazgo, hasta que me la han destrozado, no por el placer de entregar la cola en sí, sino por el placer que me ha causado cumplir con mi s...